Batalla del barro, riada e indignación

Uxio Labarta
Uxío Labarta CODEX FLORIAE

OPINIÓN

María Pedreda

07 nov 2024 . Actualizado a las 09:14 h.

Sorprenden los recuerdos de lo conocido por la prensa. Si de la guerra de Sidi Ifni, finales de los 50, queda el salto de los paracaidistas, la riada de Valencia de 1957 se ancló en un arzobispo que donó sus anillos pastorales para los damnificados. Olaechea, un obispo de una iglesia compleja. Reticente con la guerra en su inicio, confrontó luego con otro católico de la Asociación Católica Nacional de Propagandistas, la de Herrera Oria y Pio XI, y presidente de la Juventud Católica, José Antonio Aguirre, primer lendakari vasco, opuesto al carácter de cruzada religiosa de la guerra de Franco.

Los recuerdos alumbran la realidad con la lectura de La gota fría del 57, de Antonio Rivera Nebot, publicado en www.tiemposevero.es. La Batalla del Barro se inició de inmediato. Gracias al ejército duró seis semanas. Algo más de 3.000 soldados y 200 vehículos retiraron más de un millón de toneladas de barro. Pero hubo muertos.

La alerta se dio desde una estación hidroeléctrica, la Dynamis, con un teléfono de campaña abandonado por los republicanos, que llegó al Gobierno Civil a las 21 horas del 13 de octubre. Guardias, policías, serenos y vigilantes dieron aviso de viva voz por las calles en la noche. «Valencia, en la madrugada, tenía gritos de terror…, y muchos valencianos se estaban ahogando en silencio». Solo la Valencia romana quedó intacta. El Plan Sur, con el desvío del Turia, empezó ocho años después y se inauguró en diciembre de 1969, si bien su final fue en 1972. En 1976, los vecinos impusieron su razón e hicieron públicos los terrenos de la antigua rambla, donde hoy está la Ciudad de las Artes y las Ciencias.

Del 28 y 29 de octubre conocemos lo sucedido. Mazón y su Gobierno, incluidos quienes asumieron las competencias de la clausurada Unidad Valenciana de Emergencias (UVE), no comparecían. A las 7.31 del día 29 Aemet elevó la alerta a rojo en el interior norte de la provincia de Valencia. Lluvias torrenciales y peligro extremo, anunció la Aemet a las 12.27. Protección Civil de la Comunidad Valenciana no envió hasta las 20 horas el aviso para que la población no saliera de sus casas. Ahora Mazón reparte culpas. «Yo no fui, que fue Madrid». La desleal letanía autonómica agudizada desde la pandemia. Pero hubo muertos.

Intolerable es un Núñez Feijoo, también otros, señalando a los funcionarios de la Aemet y a la Confederación Hidrográfica del Júcar, y a continuación el utilitario Manos Limpias, absuelto de su condena por la sala segunda del Supremo, sigue esa estela y denuncia a esos funcionarios por homicidio imprudente. ¿Se atreverán a acusar a la UME?

Feijoo rectifica, o eso parece. Solicita intervenir, ¿un 155 del cambio climático?, a un incapaz Gobierno de Mazón, que amaga con su look a lo Zelenski y 31.000 millones. La indecencia tiene límite, o nos inundará la pregunta: ¿gobiernos autonómicos? Ahí tampoco existe la igualdad. No todos gobiernan, ni siquiera mal. Hoy están la ira y el llanto. La indignación. Y hablando en la calle, sin duda el rey.