Ahora es el momento de aparcar las diferencias, de remar todos en la misma dirección. Ahora es el momento de poner la vida, las personas y los afectados en primer lugar. Es el momento de la unidad y la solidaridad ante esta terrible DANA.
Además de estas irremediables pérdidas humanas, nos enfrentamos a una catástrofe humanitaria en la que los daños materiales son de una magnitud aún incalculable. Hay cientos de miles de familias, de trabajadores y de empresas que lo han perdido literalmente todo —su casa, su vehículo, su negocio, su trabajo o medio de vida— y otras muchas a las que la inundación les ha dado un vuelco, generándoles duras pérdidas y daños.
Ante tamaña destrucción lo que necesitamos es unidad y solidaridad
De la misma manera que cuando la pandemia, ahora necesitamos que todo, toda la acción, todas las políticas, todas las declaraciones, medidas, pensamientos y hechos se pongan en función de salvar vidas, de encontrar a los desaparecidos, de atender a las víctimas y a sus familias, y de encontrar alternativas para los cientos de miles de afectados.
No es el momento del enfrentamiento político, de la división sectaria, del politiqueo, de la artillería de las culpas.
Es inevitable que haya diferentes opiniones y criterios acerca de la gestión de la emergencia meteorológica, y ya habrá tiempo para que comisiones de investigación, que estudien seriamente para transformar los errores y deficiencias de la gestión de las diferentes administraciones en nuevos protocolos y enseñanzas que eviten que se repitan ante una catástrofe similar. Y también para que —en su caso— se depuren responsabilidades políticas o penales.
Pero quien quiera utilizar ahora esta catástrofe y los errores que se hayan cometido como elemento arrojadizo para dañar al adversario político no sólo comete una grave equivocación que terminará por pagar caro, sino que sabotea la necesaria unidad para resolver la crisis, y traiciona los intereses de la gente.
Ahora es el momento de una actuación conjunta y coordinada de todas las administraciones públicas -Gobierno Central y ministerios, las diferentes comunidades autónomas y ayuntamientos- y de que trabajen con la máxima coordinación y fluidez para resolver la crisis y dar alternativas dignas a los cientos de miles de afectados.
Ahora es el momento de que todos los partidos políticos y cargos públicos, independientemente de su ideología y posición política; independientemente de su tamaño, distribución territorial o peso institucional, aparquen la confrontación y se pongan a colaborar codo con codo, haciendo además llamamientos a la unidad y la solidaridad.
Lo primero, la gente, lo primero
La actuación de los gobiernos central, autonómico y local debiera guiarse siempre por servir al pueblo y anteponer siempre el interés general a cualquier otro. Y ahora hay que exigirles: que den amparo, protejan y defiendan a las víctimas de la DANA, lo primero la gente, lo urgente.
Urgente es encontrar a todas las víctimas, identificar a los fallecidos y buscar a los desaparecidos. Atender a toda la población que aún carece de lo más básico. Garantizar un techo donde cobijarse a las personas y las familias cuyos hogares han sido arrasados. Recuperar las calles que ahora son fango, maleza y restos de sus hogares o vehículos destrozados, y las carreteras que permitan llegar las ayudas necesarias. Poner en marcha los centros de trabajo, y en funcionamiento los centros de salud dañados y los colegios.
Todo esto y más son necesidades fundamentales y urgentes
Pero las autoridades tienen su propia responsabilidad, sobre todo porque no solo tienen que atender lo urgente y básico fundamental. Y deberían hacerlo de forma unitaria, empezando por el gobierno de la nación, en coordinación y unidad con las comunidades autónomas y los ayuntamientos.
Hay que exigirles, a los tres, empezando por el gobierno de la nación, que no escatimen poner todos los medios necesarios para atender todas las necesidades urgentes. Exigir que se pongan al servicio de las personas que han perdido sus casas y enseres, sus coches, de los agricultores que han perdido sus cosechas, y de los autónomos y pymes que han perdido sus negocios. Exigirles que garanticen los derechos de los trabajadores y sus puestos de trabajo.
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