Los españoles somos expertos en odiarnos, en castigarnos. Pero en realidad somos el mejor país del mundo. Tenemos un millón de razones para decir eso de «soy español: a qué quieres que te gane». Estamos a la cabeza en donación de órganos, un dato que habla de nuestra calidad humana. Tenemos el jamón ibérico, el aceite de oliva. Nuestra diversidad, que ha ido a más con la inmigración, es imbatible. Solo nos falla la clase política. No es culpa de ellos. Somos nosotros quienes los elegimos y, de un tiempo a esta parte, la timba que sale de nuestros votos es espectacular.
Ayer se publicó una encuesta de la empresa 40dB, en el diario El País, que no es sospechoso de tener mucha mano derecha, que asegura que la suma del PP, Vox y Se Acabó la Fiesta lograría más del 50 por ciento de los votos en unas elecciones generales. Unos resultados que, de hacerse realidad en las urnas, harían que este país pasase de estar maniatado por Puigdemont y Bildu a dominado por Abascal y por Alvise. Alvise, ese personaje que parece salido de la peor picaresca española. Un partido que apareció de la nada y de la espuma del mejor champagne francés y que, a pesar de los problemas judiciales de su líder, parece por las encuestas que va a tener a sus fieles.
¿Qué España es mejor? ¿La que dominan a su antojo Puigdemont y Bildu o la que podría poner a los pies de los caballos a Feijoo ante Abascal y Alvise? No lo sé. Puede ser un evidente de Guatemala a Guatepeor. Somos un país estupendo y elegimos a los políticos que nos da la gana, como tiene que ser en una democracia. Una democracia de frágil memoria que tolera una rueda de prensa de Mertxe Aizpurua sobre bolas de goma, sin recordar que ella misma fue la editora del periódico aberzale Egin, desde el que señalaba como imperialista español a quien le daba la gana, con el riesgo que suponía para sus vidas. Mertxe Aizpurua habló la semana pasada de derechos humanos y nadie le refrescó la memoria. La cabecera que apoyaba a ETA se llamaba Egin, que en simple y clarificadora traducción significaba Hazlo. El título de un periódico convertido en una orden en aquellos años horribles del plomo.
Fuentes del PP dicen que ellos llegarán a los 160 escaños y que, con esa cifra, podrían gobernar en minoría sin la hipoteca de Abascal ni el lastre de Alvise. Pero los populares saben los disgustos que sufren los que se creen las encuestas. Lo cierto es que la coalición de gobierno está en horas bajas. Ese estudio de 40dB añadía que PP y Vox llegan solos al 45 por ciento, mientras que el PSOE, Sumar y Podemos sumarían un lejano 38,5 por ciento. El palo espectacular se lo llevaría Yolanda Díaz, tal y como ya le sucedió en Galicia. Esta política está especializándose en pasar de lo máximo al submarinismo. Superaría un 6 % de votos, la mitad que en las anteriores generales. Podemos también sufriría, un 2,9 % que le daría para salvar apenas el escaño de Irene Montero, si vuelve de Bruselas. Mientras Sánchez no apriete el botón nuclear de elecciones, todo es la hojarasca de las encuestas. Pero esta metadona de datos nos susurra que España podría pasar de Puigdemont a Alvise. Una de las dos Españas ha de helarte el corazón.
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