Se cumple un año de los atentados terroristas de Hamás del 7 de octubre y del inicio del genocidio contra el pueblo palestino por parte del gobierno de Netanyahu.
Hoy miles de palestinos han sido asesinados, gran parte de ellos niños, Gaza arrasada, su población desplazada y sin acceso a poder cubrir las más elementales necesidades vitales… Muchos de los rehenes secuestrados por Hamás todavía siguen cautivos. Ni terrorismo, ni genocidio.
Con la invasión del Líbano, los bombardeos sobre Yemen, el ataque de Irán contra territorio israelí… la gravedad del conflicto ha dado un salto.
Este peligroso momento que vivimos tiene unos responsables principales. El Estado de Israel —con el amparo económico, político y militar de EEUU— es quien ha iniciado una escalada militar que está incendiando la región. El gobierno de Netanyahu y la superpotencia norteamericana están poniendo en peligro la paz mundial.
Es cierto que hay más países que apoyan la actuación de Israel y gobiernos cuya denuncia es ambigua o tibia, pero considero que es un error desdibujar quiénes tienen la responsabilidad directa tanto por sus actos como por el papel que juegan. El gobierno de Netanyahu es el que está encabezando la ofensiva y Estados Unidos, no sólo le apoya materialmente en todos los aspectos, sino que ha boicoteado todas las acciones que desde la ONU y otras instancias se han propuesto para parar la guerra y el genocidio.
Estamos en un momento crucial para la defensa de la paz. Es importante apoyar el conjunto de movilizaciones contra la guerra que recorren las ciudades españolas y también las de todo el planeta incluyendo las valientes manifestaciones de israelíes contra su gobierno. Sin olvidarnos tampoco del pueblo ucraniano que sufre la invasión de la Rusia de Putin.
Hay que actuar. Actuar sin dejar que el falso “no se puede hacer nada” nos detenga. Acudiendo a manifestaciones, organizando acciones en nuestros centros de trabajo o estudio, actuar en las redes sociales, en nuestro entorno…
Unamos todas las fuerzas con independencia de nuestras creencias religiosas, ideologías, culturas… para conseguir el alto el fuego; y que se abra paso un acuerdo de paz que reconozca a los dos estados: el palestino y el israelí, tal como plantean las resoluciones de la ONU.
Alcemos la voz cuán alto podamos para exigir a Israel que detenga el genocidio sobre Palestina y que se retire de Gaza y el Líbano. A Hezbolá y Hamás que abandonen cualquier atentado y que se libere de forma incondicional a los rehenes. Y a Irán y todos los países de la zona que cesen los ataques y contribuyan a la paz.
Y para que se abra otro camino es imprescindible decir alto y claro: ni terrorismo, ni genocidio. El fin no justifica los medios, la muerte de un niño palestino es tan dolorosa como la de un niño israelí.
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