Llamar a las cosas por su nombre

OPINIÓN

Imagen de una pantalla de móvil donde se ven los iconos de varias aplicaciones, entre ellas, la de Telegram
Imagen de una pantalla de móvil donde se ven los iconos de varias aplicaciones, entre ellas, la de Telegram

15 sep 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Que las palabras hieren más que la espada no es una ocurrencia mía, la dijo hace más de cuatro siglos Robert Burton. Con esta metáfora el erudito inglés quería decir que el lenguaje puede ser utilizado para cualquier fin.

En ningún momento de la historia hemos tenido tanto volumen de información: videos, podcast, Whatssapp, películas, audios, Instagram… Entonces, ¿estamos hoy más enterados de lo que ocurre en el mundo? Definitivamente la respuesta es no. De la misma forma que un niño no está mejor alimentado cuando se atiborra a pasteles, todos estaremos de acuerdo en que lo importante no es la cantidad si no la calidad ¿verdad?

Pero vayamos al grano, el maquillaje literario se ha puesto más de moda que nunca, las frases hechas, la retórica vacía, la embolofrasia y los eufemismos son la tónica habitual. Decía Orwell que el lenguaje político sirve para defender lo indefendible y por eso nuestros gobernantes utilizan todo tipo de argucias para engatusarnos. Pero hablemos de algunas de ellas, un ejemplo de actualidad es el de: «presión migratoria». Dicho así esta expresión da a entender de forma inconsciente que las autoridades no tienen ninguna responsabilidad sobre el asunto, es algo que nos viene dado, por este motivo yo invitaría a que utilizaran esta otra expresión «inmigración descontrolada» que hace hincapié en la falta de estrategias y planificación —vamos que la situación, aunque predecible, nos pilla en bragas—.

Otro eufemismo, quizás el más puñetero y envenenado de todos es «violencia de género», cuando escucho esta viperina construcción, lo que me viene a la mente es que el hombre mantiene una guerra secular contra la mujer. Da la impresión que el varón espera agazapado a que pase cualquier fémina para agredirla simplemente por su condición de mujer. Vamos que el hombre es por definición un psicópata misógino que disfruta aporreando a mujeres. Sin duda esta expresión es la menos inocente de todas porque enfrenta de forma gratuita a los dos sexos. A mí, me gustaría que se hablara de violencia a secas o si se diera el caso de asesinato, sin referencia a que la víctima fuera hombre, mujer o niño. El que mata lo hace porque es un asesino o un cabrón y haría daño a cualquier persona que estuviera en inferioridad. Apostaría a que: si la mujer fuera igual o más fuerte que el hombre, ellas tendrían igual o más órdenes de alejamiento que los maltratadores masculinos. En este punto muchas feministas se estarán acordando de mi madre, lo asumo, eso sí que es violencia de género.

Este otro es muy cachondo, me refiero al llamado «transición ecológica», para el que no lo sepa esta expresión quiere decir que: algunos países, en su mayor parte europeos, se yerguen como paladines medioambientales mientras que el resto del mundo hace lo que le viene en gana y se aprovecha de las ventajas comerciales que les estamos ofreciendo. También puede ser entendido como el estado de perplejidad que tiene el comprador de un coche, el cual se devana el cerebro pensando en que vehículo adquirir: eléctrico, híbrido, gasolina, bicicleta o patinete. Vamos, cualquier automóvil que no sea ese demonio de Opel Corsa Diesel que esta reventando el planeta, mejor comprar un híbrido de 2.000 kilos que sólo consume 8,5 litros o un Tesla que se carga con electricidad producida con gas argelino, más que transición ecológica hablaría de «desorientación medioambiental».

Siguiendo con otro gracioso hay que citar al «apoyo financiero» o lo que es lo mismo: «préstame dinero que estoy a dos velas, luego ya te lo pagaré cuando pueda —pronto, si es usted persona física y nunca, si tiene la suerte de ser un banco—.

Otro muy bueno es el de «reformas estructurales», que puede parecer a simple vista como algo positivo, pero no se engañe, en realidad lo explica muy bien ese castizo dicho de «apretarse el cinturón», vamos que no hay ni un duro y se va a acabar lo bueno.

Este va para los jubilados achacosos, «copago sanitario», mejor se entendería si dijéramos «repago disuasorio», lo primero porque ya hemos pagado por los medicamentos con nuestros impuestos y lo segundo porque se pretende evitar que muchos fans del Dr. House hagan acopio en su despensa de un almacén farmacéutico, como hace poco estrenaron Oppenheimer seguro que piensan en la III Guerra Mundial o que vuelva otro COVID, —Ya sabe, hay que tener reservas— Y hablando de pandemias ¿qué me dice de aquel que rezaba «restricción de la movilidad nocturna»? Se hizo muy popular durante el confinamiento, lo que quería decir es que si ponías un pie en la calle te ponían una multa de las gordas o algo peor, aunque no hizo falta porque todos fuimos muy cívicos y responsables, obligatoriamente.

Uno muy elaborado ideal para okupas y morosos es el del, «procedimiento de ejecución hipotecaria», con lo fácil que sería decir «a la puta calle que esta no es tu casa». O que me dice de «externalización de servicios» aunque resultaría más claro hablar de privatización, -oye, si tu empresa funciona, pues me la quedo y está-. Y éste: «crecimiento negativo», ¿no resulta contradictorio? Es como si dijera que en vez de cagar voy a comer hacia fuera. Lo mismo pasa con «desaceleración económica», —menuda imaginación tienen los políticos, ni los Hermanos Marx, me parto—.

¿Qué le dice de la expresión «partidos progresistas»? se refiere a aquellas asociaciones políticas que persiguen el progreso de la sociedad, en contra de otras que sólo buscan el exterminio, el caos planetario y el mal universal, será porque les gustan los futuros distópicos como Mad Max o Walking Dead.

Tampoco puede faltar mi favorito: «financiación singular» que significa que algunas comunidades autónomas para que no den la tabarra y apoyen al orden establecido tienen el privilegio de no repartir nada y quedárselo todo, a pesar de que los demás sí les dan. Dicho de otra forma: llevo comida para el picnic, pero me como la mía y también la tuya. Yo sustituiría este eufemismo por: «con dos cojones» o «por la cara bonita».

¿Y ese que habla del «genero fluido»? Estaría mejor decir «caraja sexual» vamos que uno no sabe lo que es ni lo que quiere, es como si un día me despertara con más testosterona que Bertín Osborne y otro como Boris Izaguirre.

No le quepa duda de que podríamos estar hasta el infinito analizando idioteces porque la imaginación del que nos quiere confundir no tiene límites. No se engañe, no es que usted se haya vuelto más crédulo, es que cada vez nos consideran más tontos.