Comprendo que a muchos, sobre todo a aquellos que no tienen uno en su vida, pueda parecerles excesivo aquello de que «el perro es el mejor amigo del hombre». Incluso admitiría que les sonara a cursi. Personalmente, como tengo pocos pero magníficos amigos humanos, diré tan solo que es uno de los mejores amigos y no, taxativamente, el mejor. Pero reparemos en algo. Un amigo bípedo te puede fallar en cualquier momento. Por malicia, por un malentendido, por lo que sea. Un perro a su amo jamás le va a defraudar. Va a ser incondicional, leal y siempre te recibirá como si no hubiera un mañana, cosa que no ocurre ni siquiera con tus seres a priori más cercanos y queridos. Es reconfortante reparar en que su vida consiste en hacer más feliz la de su dueño, la de su familia. Porque eso es lo que son. Salvo raras excepciones en las que el animal es el hombre y no el perro, estos llegan a ser uno más de los miembros del hogar. Pero no todo el mundo puede tener una de estas mascotas. Hay que responsabilizarse, debido a que atan lo indecible. Y está más que demostrado que aquellos niños que crecen junto a un perro el día de mañana llegarán a ser mejores personas. El único problema, la infinita tristeza que sufres el día que se van para siempre. Esa ausencia nunca se olvidará. Ni con la llegada de otro. Por mucho que llegues a querer a este último. En estos casos, no es cierto aquello de que «la mancha de mora con otra verde se quita».
Comentarios