Los propagadores de bulos son, fundamentalmente, cobardes. Después de que se anuncie de forma bastante inane que igual se toman medidas legales contra la campaña racista y las llamadas al linchamiento de estos días a raíz del terrible crimen de Mocejón, los valientes luchadores por España, los patriotas, han empezado a borrar tuits y alguno incluso ha anunciado que se va a tomar un descanso de la plataforma cuyo dueño también se ha dedicado a azuzar disturbios raciales en el Reino Unido. A pesar de esta huida, algunos de los protagonistas de esta campaña, los más notorios, no han borrado todavía los bulos de sus canales de Telegram. Si ustedes entran en el grupo de Alvise Pérez, flamante eurodiputado y antiguo colaborador de Toni Cantó (es importante señalar de dónde sale esta gente), y empiezan a leer comentarios a los mensajes de este señor, podrán ver a muchos de sus casi setecientos mil seguidores llamando al linchamiento, en algunos casos emulando al Ku Klux Klan, por el crimen de Mocejón. Hay llamamientos a quemar mezquitas, matar a todos los musulmanes e incluso hay un tipo diciendo que el Islam está prohibido en Japón, porque ya sabemos que en estos canales no están precisamente los lápices más afilados del estuche, y ciertamente es el lugar apropiado para escribir mentiras.
Lo que ha ocurrido en estos días es un intento de pogromo. Los perpetradores de esa llamada se cuidan muy mucho de soltar burradas demasiado punibles a simple vista, solo sueltan la liebre y dejan que el descerebre reine para que los demás, llegado el momento, se pongan a hacer el trabajo sucio. Estos días se ha tratado de emular en España la situación que se ha vivido en Reino Unido recientemente. No es la primera vez que un crimen atroz es utilizado por la ultraderecha para generar miedo e histeria. Es más, a veces ni tan siquiera tiene que existir un crimen, como en el caso de Álvaro Prieto, del que se inventaron rocambolescas teorías racistas que no pretendían arrojar luz sobre el suceso de ninguna de las maneras. El objetivo siempre es otro. A ningún ultraderechista de los que han andado estos días azuzando a la turba le importa la verdad ni le importan las víctimas. Tienen su propia agenda, y creer otra cosa es ser muy ingenuo. A poco que miremos, podemos ver que aquí se ha seguido exactamente el mismo patrón que en Inglaterra , punto por punto. Al final no ha ocurrido lo que deseaban muchos, pero que llegue a ocurrir es solo cuestión de tiempo sin que los instigadores sean procesados, pues a diferencia de Reino Unido, nuestra fiscalía anda poniendo paños calientes al asunto, incluso pidiendo que se modifiquen leyes que hasta ahora han servido perfectamente para llevar a juicio a gente que hace chistes o aplicar leyes antiterroristas a titiriteros. Chistes no, llamamientos a la violencia, sí.
No me gustaría tener que esperar al próximo horrible crimen para que la cosa estalle. Estoy convencido de que si el asesino de Mocejón no fuera español, se habrían abierto las puertas del infierno en muchas ciudades y pueblos de España. No sé la razón por la que nos hemos olvidado de los disturbios de El Ejido en 2000. El racismo no necesita razones, necesita que se encienda la mecha. Hace unos años, ser racista estaba mal visto, y los racistas se cuidaban muy mucho de expresar sus purulentos pensamientos en público, pero eso ya no es así. Se han traspasado todos los límites, y ahora tienen representantes por todas partes, incluso en el Parlamento Europeo. Estos días se ha apagado la mecha, pero siempre vamos a tener alguien dispuesto a encenderla y hay que tomar medidas. Mirar para otro lado y esperar a que la cosa se enfríe, es peligroso. Al tiempo.
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