Se llame ABAU o PAU, de selectividad, como de fútbol, opina todo el mundo. Entre los que opinan predominan políticos que utilizan la educación en el rifirrafe partidista y progenitores, antes llamados padres, que opinan sobre la justicia del sistema según le va a su progenie. Eso ya era así hace medio siglo, pero ahora más, porque hay más redes y más tiempo para opinar.
En el 2025 la Prueba de Acceso a la Universidad (PAU) no solo cambiará de nombre. Frente a la selectividad de la pandemia, demasiado opcional, cada examen tendrá preguntas de respuesta obligatoria, aunque dentro de algunas podrá escogerse entre apartados. Los enunciados partirán de contextos reales. La capacidad memorística pasará a un segundo plano, dejando el primero para la demostración de competencias (interrelación, reflexión). La gramática y la ortografía serán objeto de mayor atención y penalización. Sin embargo, la logística de la prueba no variará demasiado (días, horarios, duración de los exámenes).
En el plano político todos coinciden en que hay que armonizarla, en que los modelos de examen han de ser similares, en que los contenidos han de ser comunes en un alto porcentaje y en que los criterios de corrección han de aplicarse por igual en toda España, que por algo para la admisión somos un distrito único. En el fondo, en la intención educativa, todos coinciden; en la forma, en la intención política, todos difieren. Los mismos que proponían una selectividad única, tal vez diseñada mediante inteligencia artificial, hablan ahora de una selectividad común, en cuanto a fechas y formatos.
Los barones del PP, en el patio del colegio Fonseca de Salamanca, recordaban la escenografía de Mientras dure la guerra, la película de Amenábar. Algunos presidentes de comunidades autónomas poco rigurosas en materia de selectividad o poco respetuosas con los plazos del resto (Murcia, Andalucía) repetían eslóganes como «una selectividad más igualitaria» o «Una selectividad única en las comunidades del PP». Sorprende escuchar a liberales proponiendo igualitarismo de salón o atribuyendo la propiedad de una autonomía a un partido. Menos mal que en Galicia el PP ha preferido hacer a hablar. La Consellería de Educación y la CIUG se han puesto a trabajar, conjuntamente, para tener al comienzo del próximo curso unos modelos de examen homogéneos, anticipando garantías a la comunidad educativa gallega, aunque son exportables a las demás, porque la selectividad no es de nadie, es de todos.
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