Las políticas LGTBI y el postureo del PP

Álvaro Valle SECRETARIO DE POLÍTICAS LGTBI DE LA FSA-PSOE

OPINIÓN

El secretario general de UGT, Pepe Álvarez, en un acto en Mieres
El secretario general de UGT, Pepe Álvarez, en un acto en Mieres EFE | Eloy Alonso

25 jul 2024 . Actualizado a las 13:01 h.

«Desazón o sofocamiento producido por algo que ofende, molesta o avergüenza». Es la definición que del término «bochorno» recoge el diccionario de la Real Academia Española. No se trata de una definición buscada al azar. Representa la sensación que percibimos hace unos días una mayoría de asturianos y asturianas al leer en las redes sociales a una concejala del PP de Belmonte de Miranda llamando «maricón» al secretario general de UGT, Pepe Álvarez. Bochorno, sí, al constatar que a pesar de los múltiples avances experimentados en nuestro país en estos últimos años, en gran medida gracias al liderazgo de las políticas socialistas, aún tenemos que darnos de bruces con actitudes tan hofómobas y excluyentes. 

Dejando al margen la sensibilidad y exquisitez lingüística de la concejala en cuestión —entiéndase la ironía— hay cuestiones de fondo que este artículo pretende analizar. Más allá del impresentable comportamiento de quien tilda con evidente desprecio de «maricón» a otra persona, llama la atención el silencio —si cabe aún más bochornoso y vergonzante— del partido al que esta concejala pertenece, el Partido Popular. Han transcurrido varios días ya desde el insulto y el sonido del silencio que sale de la dirección del PP de Asturias es estruendoso. 

La reacción del PP a esta lamentable cuestión ha sido la preferida del partido que preside el señor Álvaro Queipo cuando surge algún asunto inconveniente o delicado: la callada por respuesta. Ni siquiera unas palabras de rotunda condena, ni mucho menos un cese fulminante, que es lo que en realidad debería haber sucedido. Nada. Solo silencio. Bochorno sobre bochorno. 

Y vamos ahora al meollo de este razonamiento. Lo sucedido con el insulto al secretario general de UGT refleja a la perfección lo que es hoy el PP de Asturias y muy singularmente el señor Queipo: un partido y un dirigente instalados en el postureo, en la apariencia, en la incoherencia, en decir a cada cual lo que quiere oír. Un partido y un dirigente que un día responden con el silencio a los insultos homófobos de una de sus concejalas a un líder sindical, y que apenas unas jornadas antes, con la celebración del Orgullo, presumían en redes de «vivir en una tierra abierta y respetuosa en la que juntos debemos seguir avanzando para que todos podamos amar y ser amados, sin prejuicios, sin discriminación». Repito, bochorno y vergüenza. 

El señor Queipo debería saber que defender los derechos LGTBI no pasa por posar en redes con corazones multicolor un día al año. Defender los derechos LGTBI pasa, entre otras cosas, por actuar contra quienes atentan contra el colectivo con palabras gruesas, aunque lo haga alguien de tu propio partido. Lo demás es apariencia y postureo. Porque no se puede sorber y soplar al mismo tiempo, por mucho que esa sea la estrategia política preferida —la única, de hecho— del PP de Asturias y de su presidente. 

Termino con un emplazamiento al PP de Asturias. ¿Quieren demostrar su compromiso con el colectivo LGTBI y sus derechos? Salgan del silencio tras el que se han parapetado y condenen de forma rotunda las palabras de su concejala, y a continuación ordenen su cese fulminante. De lo contrario, serán cómplices de su homofobia y del bochorno y la vergüenza que esta ha provocado.