
El sistema electoral francés, mayoritario a dos vueltas, es poco habitual para elegir un parlamento. En él, solo los dos candidatos más votados en cada distrito pasan a la segunda vuelta (aunque también puede pasar un tercero, e incluso un cuarto, si superan el 12,5 por ciento del censo local). Esto penaliza a los partidos pequeños y favorece a los grandes, en los que se concentra el voto en la segunda vuelta.
Pensado en su día para contener al Partido Comunista, es el sistema que luego ha servido durante décadas para limitar la presencia parlamentaria del Frente Nacional (FN); como en 1993, cuando a pesar de obtener más de tres millones de votos no logró ningún escaño. Lo que ocurre ahora es que Agrupación Nacional (AN, el heredero del FN) se ha hecho demasiado grande como para que el sistema la perjudique. De hecho, una vez superado un determinado umbral, ha empezado a favorecerla. Muchos de sus candidatos terminan ahora en cabeza en la primera vuelta y así se benefician en la segunda del efecto «caballo ganador», que hace que los electores menos comprometidos o informados voten por el partido que ya tiene más votos. Incluso la unión de toda la izquierda en la primera vuelta, en cierto modo también consecuencia del sistema mayoritario, le ha venido bien a AN, porque la presencia de la extrema izquierda en el otro campo ha desdibujado algo su propio extremismo. Con todo y con esto, la realidad es que, con un 33 por ciento de los votos en primera vuelta y sin grandes bolsas de sufragios adicionales que sumar en la segunda, la extrema derecha francesa tiene extremadamente difícil lograr una mayoría absoluta, y si no la obtiene no gobernará.
La única duda importante estaba en si AN podría beneficiarse de la enorme cantidad de «triangulares» que se produjeron tras la primera vuelta. Estos son los distritos en los que no hay dos sino tres candidatos. Se da raramente (en el 2022 hubo solo ocho casos, en el 2017, uno), pero la alta participación de estas elecciones ha creado esta vez… ¡más de trescientos! Sin embargo, los otros partidos han conseguido limitar mucho el efecto de las «triangulares» forzando a sus «terceros» candidatos a retirarse en dos tercios de ellas. Por supuesto, ahora falta que los electores acepten votar por un partido que no es su preferido, y en muchos casos por un candidato que detestan. El cálculo es que solo lo harán la mitad, mientras que el resto preferirá abstenerse, pero esto debería ser suficiente para privar a AN de entre 30 y 40 escaños. Si ya tras la primera vuelta la posibilidad de una mayoría absoluta de la extrema derecha era real pero improbable, con esta táctica de «desistimientos» se hace prácticamente imposible. Importa remarcar el «prácticamente», porque en política nada está escrito. Puede haber una sorpresa en la participación, pero eso sería lo único que podría alterar la previsión, y sería, en efecto, una sorpresa.
Comentarios