No es un goteo. Es una gota malaya. La tortura más eficaz. Esa gota de veneno que no deja de caer en el mismo sitio, el cuerpo de las mujeres y el de sus hijos, hasta que revientan. Ayer vivimos un sábado de salvajes. Una redacción, en un fin de semana, tiene pinta de apacible hasta que deja de serlo. La actualidad nunca descansa. Y este sábado que hemos vivido en España fue un sábado de salvajes. No hay otra palabra. Mis compañeras de la sección de España fueron informando a medida que la violencia machista batía un récord en 24 horas: «Sábado negro de violencia machista: cuatro mujeres y dos niños asesinados en menos de 24 horas». Lean: «Una mujer y sus dos hijos que fueron descuartizados en Las Pedroñeras (Cuenca), presuntamente por la pareja de la mujer y padre de los menores; una joven de 20 años y su madre asesinadas por el ex de la joven en Zafarraya (Granada), y una septuagenaria estrangulada por su marido en Fuengirola (Málaga) son las seis víctimas de la violencia machista que ha teñido de luto el fin de semana. De confirmarse la naturaleza machista de estos seis asesinatos, la cifra de mujeres que han perdido la vida a manos de sus parejas o exparejas en lo que va de año ascendería a 19, y la de menores muertos por violencia vicaria, a 15»
No hace falta añadir nada. ¿No? O, por desgracia, sí. No son hechos aislados. No es el fruto podrido de unas mentes criminales un 29 de junio. No hay azar. Es una salvajada que se repite con esa gota malaya de las que hablábamos. La violencia siempre se ve venir, cuando vas conociendo a una persona. La violencia deja señales. Los insultos no suelen ir a menos. Tras los insultos, si llegan los golpes, la única solución es ponerse en pie y huir. Denunciar y denunciar. Es mejor quedarse sin voz que sin vida.
El mundo es inmenso. Es increíble que haya personas que creen que otras personas, seres libres, son de su propiedad. Nadie es una finca de nadie. En uno de los sucesos de ayer, la chica había decidido dejarlo. Estaba hablando con una amiga cuando entró el presunto asesino y acabó con su vida. Borró sus sueños. Anuló el futuro de una mujer que simplemente ya no quería estar con él. La amiga se dio cuenta de la situación de peligro. El móvil seguía abierto y avisó a la policía. Fue tarde. El salvaje había decidido que a él no lo dejaba nadie. Que ella era nadie. No ese ser libre que tiene un nombre y que toma decisiones. Un sábado como este nos tiene que movilizar todavía más. Queda todo por hacer. Estamos enfermos. Hay estudios que alertan de jóvenes que controlan a su pareja por el móvil. El móvil como un mando a distancia de esa mujer que consideran su posesión, solo suya. Los padres no traemos a hijos al mundo para que sean de nadie. No son ni nuestros. Son de la vida. Nosotros solo intentamos ayudarlos para que vuelen. Dejan de volar cuando se cruzan con miserables que las cosifican, que se toman en serio que una esposa es una esposa. Solo queda repetir el teléfono de ayuda. El 016 atiende a todas las víctimas de violencia machista las 24 horas del día.
Llama hoy. Mañana es tarde.
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