¿Por qué ahora?

OPINIÓN

El presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijoo, durante una rueda de prensa en la sede del PP.
El presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijoo, durante una rueda de prensa en la sede del PP. CARLOS LUJÁN

30 jun 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Se escuchó a Núñez Feijóo el argumentario justificador del acuerdo con Pedro Sánchez para renovar a los miembros del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ). Penoso. Porque las directrices generales, y fundamentales, del pacto son las mismas de hace más de cinco años. Porque Feijóo pudo haberlo suscrito hace dos y se negó por los indultos y, luego, por la amnistía, de la que ya dudo que «pacifique» Cataluña como el presidente «nos vendió». Los independentistas han perdido las elecciones autonómicas y los socialistas los vapulearon en las europeas, pero siguen mandando, exigiendo, extorsionando. Como cualquier plaga, son incombustibles e indecentemente dañinos; el nacionalismo excluyente es la perversión en una de sus representaciones más obscenas.

Los indultados fueron indultados y los amnistiados están siendo amnistiados; o sea, las anatemas de Feijóo no variaron, pero Feijóo acaba de firmar. ¿Por qué? ¿Por qué ahora? Y estos porqués no han sido resueltos esta semana por el presidente del PP, ni en sesión parlamentaria, ni en la prensa. Por nuestra parte ensayaremos dos causas que han convergido, ambas ya muy maduras, para que se diere este cambio transcendental.

Por una, el hartazgo de los jueces conservadores. Estos, a los que la Constitución está para lo que está y para nada más, gobernaban el CGPJ de un modo espurio y seguían y seguían nombrando a los magistrados principales. Como quiera que, como órgano caduco, de la época de la mayoría parlamentaria de Mariano Rajoy, mayoría cancelada desde 2018, ya no tenía la facultad de hacer a su antojo decenas y decenas y decenas de reemplazos, afectando a las carreras profesionales y egos personales de muchísimos togados, la inmensa mayoría adictos al PP, e incluso a Vox.

Por tanto, el (des)gobierno de los jueces de la derecha estaba boicoteando a los mismísimos jueces, y sin horizonte de resolución, porque la maldita amnistía echaba a andar y ellos iban perdiendo una batalla tras otra. Aunque de momento, porque los tribunales europeos, en los casos más sangrantes, como el del tal Puigdemont y el de los terroristas «en prácticas» de una docena de CDR, pueden hacerlos embarrancar.

Por tanto, también, le dijeron a Génova ¡basta ya! Por tanto, otra vez también, se tragaron el sapo de la renovación dejando a futro qué fórmula se implementará para designar a los vocales del CGPJ, que era condición «sine qua non» para ellos y para los populares: renovar y reformular al mismo tiempo, hecho de una gravedad tal que enojó a la propia Comisión Europea. Porque primero hay que cumplir la ley, la ley vigente, y luego, si cabe, reformarla, como es natural y democrático.

La segunda de las causas es eminentemente política, de política interna, interna al Partido Popular. Ya harta la dirección nacional del PP de la excrecencia ultra que le salió por una enfermedad conocida en el vademécum médico como el «síndrome de Díaz Ayuso», el repentino acceso de pus que supuso la condecoración de la presidenta madrileña al abyecto Javier Milei, abrazando su ideario radical de hacer añicos todo Estado de justicia y bienestar, hizo que los responsables del PP se pusieran batas, mascarillas y guantes para, como primera y urgente intervención, atar ese bulto putrefacto.

Otra cosa será lo que vendrá después: seccionar o no seccionar, esa es la cuestión que tiene que dirimir Feijoo para salir o no contaminado por la virulencia de esa excreción, y ser él o no el seccionado, él y todo el partido, que se convertiría sí en el principal referente del fascismo de la Meloni a la española.

Abducido el pueblo madrileño (la abducción es la premisa de toda democracia que toma el camino de la demagogia para llegar a la plutocracia), Ayuso, como es notorio para quien quiera ver, repta para hacerse con el PP y con España, que quedaría irreconocible bajo su mandato. No obstante, paralelamente al puñetazo en la mesa de Feijóo contra la insubordinada, no le viene del todo mal a esta, contra lo que pudiera parecer, y ello porque habría entrado en una dinámica diabólica en tiempos que pueden ser aciagos para ella.

Por cuanto su pareja está en estos momentos más cerca de la cárcel que antes, tras conocerse que «donó» medio millón de euros a Girón Prevención, el conglomerado sanitario privado con el que hizo negocios la familia Ayuso y parte de su entorno, como el propio novio, que ya tiene otras tres causas abiertas y la juez ha suspendido el pacto que su abogado tenía con la fiscalía para no ser condenado a más de dos años de cárcel a cambio de otro medio millón de euros. Muchos millones están apareciendo en este caso, lo que invita a Díaz Ayuso a tomarse un respiro que, para asaltar Génova, tiempo tendrá si la molicie sigue entre nosotros, como es de esperar.