La crisis de vivienda actual es el principal problema de España, el más grave, es una emergencia nacional. Sorprendentemente, aunque ahora se hable de ello en los medios, siento que nadie parece valorar correctamente la gravedad del asunto. Aunque se dan tímidos pasos para intentar aliviar la crisis, todo parece excesivamente calmado, como si los españoles, que al parecer creen que es uno de nuestros principales problemas según el último barómetro del CIS, hubieran asumido al mismo tiempo que el problema es irresoluble o, lo que es peor, que quienes pueden ponerse a solucionarlo no tienen ninguna intención de hacerlo.
Hace unos meses me dio por mirar el portal de transparencia de la Comunidad de Madrid y no puedo decir que me sorprendiera encontrarme con una mayoría de diputados de la comunidad autónoma que pertenecen a la clase social propietaria. Muy propietaria, de hecho. Me sorprendería que no ocurriera igual en el resto de comunidades y, desde luego, entre los diputados nacionales. Así que quizá, como indiqué en el primer párrafo, los españoles tienen razón al creer de alguna manera que quienes están ahí para solucionar los problemas de los ciudadanos no lo van a hacer con este asunto. Es como poner al zorro a cuidar las gallinas, ya saben.
La vivienda se utiliza desde las comunidades autónomas como arma para atacar al gobierno central. Esto es un hecho. Prácticamente ninguna de ellas está aplicando la Ley de Vivienda, y los ayuntamientos ni tan siquiera aplican las suyas propias para limitar los pisos turísticos ilegales, que son la gran mayoría de esos pisos. Esta inacción es ideológica, por supuesto. Y bastante interesada. Es normal que nuestros dirigentes se comporten como caseros avaros, como el Torquemada de Galdós, porque el estado actual del mercado de la vivienda está beneficiando obscenamente a muchos de ellos y a quienes representan, esto es, a los propietarios. En Baleares y otras zonas del país hay gente viviendo en tiendas de campaña o caravanas, gente con trabajo que no puede pagarse un techo en condiciones. Creo sinceramente que es un error que las competencias de vivienda estén en manos de las Comunidades Autónomas, y me temo que son uno de los principales escollos para solucionar el problema, especialmente donde gobierna la derecha.
En fin, todo esto ya lo sabemos, más o menos, es un elefante en la habitación de todos. El caso es que está muy bien la jactancia sobre lo bien que va la economía en España, es algo de lo que se puede sacar pecho, sí, pero no me entra en la cabeza que a nuestros políticos no les avergüence lo que está ocurriendo con la vivienda. Sé que suena un poco populista y demagógico, pero es simplemente así: a ellos no les va a pasar nunca. Están en el lado ganador del capitalismo. Somos los demás los que nos tenemos que joder. No les duele, o no tanto como a nosotros. Así que, ¿para qué se van a preocupar? No tengo tanto que reprochar a las constructoras e inmobiliarias, al fin y al cabo están haciendo lo que les dejan hacer, lo que pueden hacer legalmente y lo que les dejan hacer ilegalmente. Son el enemigo, sí, pero no legislan. Es un problema político. Es una lucha de clases, y vamos perdiendo los de siempre.
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