Llevarse la palma

OPINIÓN

El responsable de institucional del PP, Esteban González Pons, estrecha la mano del ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, en presencia de la vicepresidenta de la Comisión Europea Vera Jorová, que actuó como mediadora en las negociaciones entre socialistas y populares en torno a la renovación del CGPJ
El responsable de institucional del PP, Esteban González Pons, estrecha la mano del ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, en presencia de la vicepresidenta de la Comisión Europea Vera Jorová, que actuó como mediadora en las negociaciones entre socialistas y populares en torno a la renovación del CGPJ Laura P. Gutiérrez | EFE

28 jun 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

No sé si la llegada del verano ha tenido que ver con que llevemos una semana con buenas noticias, pero haya coincidencia o no lo cierto es que el Gobierno de Pedro Sánchez puede seguir presumiendo de datos positivos en el campo económico (el Fondo de Reserva de la Seguridad Social —popularmente conocida como la ‘hucha de las pensiones’— acumuló 7.022 millones de euros hasta el 31 de mayo, su mayor cifra desde 2018) y de poner en el centro de la agenda política debates enfocados a mejorar la vida de la gente, como es la reducción de la jornada laboral a las 37 horas a partir del 1 de enero de 2025. No obstante, la noticia que se ha llevado la palma es que por fin, tras cinco años, el PP ha dejado de bloquear la renovación el Consejo General del Poder Judicial. Feijóo se ha esforzado en vender el relato de que es mérito suyo haber resuelto esta anomalía democrática, pero su argumentación se reduce al absurdo porque esa designación de los 20 vocales se ha realizado con la misma normativa que, supuestamente, no le servía para llegar a un acuerdo con el PSOE y con Sumar (si bien es verdad que se ha puesto el condicionante de cambiar el sistema en el futuro, aunque a mí me suena más a una simple declaración de intenciones). Por tanto, se puede concluir que no había razones de peso para haber actuado así a menos que los motivos reales fueran otros. Seguramente es lo que motivó todo, porque casualmente la imagen de Félix Bolaños y Esteban González Pons firmando el pacto se produjo en el mismo momento en que Isabel Díaz Ayuso no se encontraba en España. Muchos analistas consideran que el dirigente gallego ha pretendido pararle los pies a la Presidenta de la Comunidad de Madrid, y con este paso ha dado un puñetazo en la mesa sobre quien manda y tiene el poder en el partido. Lo que tampoco entraba en mis quinielas era que iba a despertarme el lunes con vídeos en redes sociales de la liberación del periodista Julian Assange, que tras 12 años arrestado está ya en Australia como un «hombre libre» tras haberse declarado culpable de violar la ley de espionaje estadounidense (si bien es cierto que este acuerdo pone en peligro la labor del periodismo que se rige por la información veraz, puesto que cualquier profesional de la comunicación podría ahora verse acusado, al igual que el fundador de WikiLeaks, de ser un espía). También fuera de nuestras fronteras se produjo una intentona golpista en Bolivia, sin que afortunadamente triunfara. Solamente faltó el ascenso del Real Oviedo para poner la guinda al pastel a historias bonitas, pero lamentablemente el conjunto azul cayó frente al Espanyol y tendrá que afrontar una nueva temporada en segunda división.

Lo que no ha sido nada grato leer ni escuchar en los últimos días son las barbaridades de diferentes dirigentes de la derecha en relación al Día Internacional del Orgullo LGTBI. Es cierto que la ausencia de banderas en los balcones y la imposibilidad de aprobar declaraciones institucionales es la punta de iceberg a un retroceso en derechos y libertades al que debemos hacer frente. Quien se ha llevado la palma sin duda ha sido la Alcaldesa de Valencia, María José Catalá. «El Ayuntamiento no pone banderas en el balcón, pero no por el día del orgullo; no lo pone por el día del ELA, ni el día del Alzheimer, ni el día del cáncer». Como metió la pata hasta el fondo quiso arreglarlo a peor, diciendo que no ejemplificaba enfermedades sino días internacionales, pero casualmente, no se le ocurrió citar otras fechas del calendario que no tuvieran que ver con patologías. Para echar a comer aparte están campañas como la del Ayuntamiento de Madrid, donde alguna cabeza pensante ha considerado buena idea hacer un cartel con confeti, tacones, condones, un oso de peluche y unos triángulos rosas invertidos. Yo creo que al PP no le renta ni electoralmente enfrentarse a este tipo de luchas sociales estigmatizándolas, por lo que debería desligarse todo lo posible de los mensajes homófobos de Vox (aunque en casos como el de Oviedo/Uviéu, donde no ha estado nunca la ultraderecha en el equipo de gobierno, acabaron con los bancos arcoíris de La Escandalera porque supuestamente tocaba renovar la plaza. Ni para las excusas agudiza Alfredo Canteli el ingenio).