En la lista de Recortes Cero en estas elecciones europeas ocurre algo diferente a todas las otras candidaturas. Encontramos una excepcional representación de profesionales del mundo de la cultura. Desde el pintor Antonio López hasta escritoras como Rosa Regás, Fanny Rubio o Antonina Rodrigo, referencias del teatro como Jorge Eines o Hernán Gené, escritores como Fernando Schwartz o Juan Madrid, directores de cine como Daniel Calparsoso, el músico Alfonso Vilallonga… Creadoras y creadores que enfrentan la gratificante y necesaria tarea de generar cultura.
El pasado sábado realizamos un acto de campaña en el Ateneo de Madrid para hablar ni más ni menos que de cultura y de qué política cultural es necesaria en España y en Europa. ¿Una rareza?
La cultura en los programas electorales se presenta como la «hermana pobre» a la que hay que ayudar. Se presenta como un gasto, una carga para el Estado. Y al sector cultural como un sector secundario, que puede esperar ante otras prioridades.
Por el contrario, la cultura crea riqueza, es parte fundamental de la riqueza de un país, y debe ser una fuente de desarrollo económico y de empleo. Y no puede esperar, porque la cultura es una necesidad que recorre toda la sociedad y es la que permite su avance más cualitativo. No hay igualdad ni derechos sociales sin cultura.
Recortes Cero nos reivindicamos «la candidatura de la cultura». Por convicción, y por necesidad. Si de verdad queremos transformar la sociedad, sentimos la imperiosa necesidad de cultura.
Tenemos un compromiso con la cultura. Es un compromiso concreto que se traduce en medidas y alternativas. Una cuestión urgente y básica es revertir los recortes y ampliar el presupuesto público destinado a la Cultura. Pero también es imprescindible apoyar desde las instituciones a nuestros creadores, para que puedan producir y exhibir su obra y a las pymes del sector, invirtiendo en su expansión. Es necesario apoyar e invertir sin nunca capitalizar desde el Estado, sin crear una «cultura oficial».
Necesitamos una industria cultural propia, que no esté controlada por grandes plataformas que convierten la cultura en un objeto de consumo rápido. España es una superpotencia cultural, uno de los países con más patrimonio de la humanidad. No jugar esta carta es un error.
Y debemos garantizar el acceso a la cultura a toda la población, especialmente a las clases populares. No como sujetos pasivos, sino poniendo los medios para que, en cada barrio de cada ciudad, en cada pueblo de nuestro país, podamos crear y generar cultura.
La cultura es riqueza para el país y para las personas. Para nuestro desarrollo como país y como personas necesitamos cultura. Como decía Celaya «poesía necesaria como el pan de cada día, como el aire que exigimos trece veces por minuto».
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