
12,50 millones de euros.
169 veces el salario medio.
La frialdad de los números apaga la sed de lucha y agarrota las armas de la dialéctica y el diálogo de toda negociación. Esta es la sangrante realidad de la banca española a lo largo de este cuarto de siglo XXI.
Ingentes cantidades de fondos públicos para «disimular» los profundos socavones generados por la malísima gestión de la banca desde las Cajas de Ahorros a estos grupos bancarios erigidos en auténticos monopolios.
Reducido el personal a un tercio en menos de 20 años y los servicios de sucursales y oficinas bancarias a la mínima expresión, obligando al servicio personal y virtual al usuario. Usuario que dado el envejecimiento galopante de la sociedad española, supone casi el 50% de la población.
Y, aquí está el «atraco»: la mayoría de los clientes sin conocimiento adecuado de las nuevas tecnologías. Y, ellos, los altos directivos: ¿Qué? Muy fácil subidas estratosféricas de sus sueldos, mínimas de los empleados… Y, lo más sangrante, política de «sálvese el que pueda». Que traducido al lenguaje paladino: si no es autónomo virtual: búsquese la vida en otro lugar.
Ellos: la señora B en el Santander, el señor F en el BBVA... agarrados al salario mínimo, con el 24 % y 169 veces superior a la media laboral. Los demás, los que atienden y dan la «cara» en defensa de la empresa bancaria, es poco mayor que el SMI con el 4% de subida anual. Los números son fríos, las miradas se nos quedan congeladas, pero la injusticia social en este sector de la economía es elocuente.
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