¿Nos conformamos?

Carlos Sánchez-Tembleque Ponte TRIBUNA

OPINIÓN

M.MORALEJO

08 may 2024 . Actualizado a las 09:32 h.

La economía española va bien. Llevamos dos años creciendo más que la media de Europa, el mercado laboral está en máximos históricos de ocupación y el superávit en la balanza por cuenta corriente (la que recoge todas las transacciones con el exterior, también el turismo) ha aumentado en el 2023, sigue en positivo desde el año 2012 y es uno de los puntales de este buen comportamiento.

Sin embargo, si analizamos las cosas a más largo plazo vemos que no es oro todo lo que reluce. Nuestro PIB per cápita ha mejorado en estos dos años, pero a medio y largo plazo empeora: en el año 2023 estamos en el 74 % de la renta media europea, en el 2019, el 75,5 %, y antes de la gran crisis financiera del 2008 habíamos logrado un 81,7 %. En cuanto al mercado laboral, es verdad que hay 21,2 millones de ocupados, casi medio millón más que en nuestro máximo histórico del 2007, pero nuestra tasa de paro, 11,7 %, es la más alta de Europa y la OCDE, doblándolas.

Este mediocre comportamiento en renta se traduce en lo que todos percibimos en estos años de altísima inflación: salarios reales a la baja y pérdida de poder adquisitivo, que la OCDE cifra para España en 5 puntos en el período 2019-2022. Frente a esto, en la OCDE y Europa, con su pleno empleo, se constata un avance del poder adquisitivo de las familias de 0,8 puntos en ese período. Lo que está detrás de esto es el modelo económico español de baja productividad, exceso de microempresas, poco tecnológico, elevado peso sector turístico… Pero, ¿qué se podría cambiar en la política económica española desde ya para lograr crecimientos superiores (o al menos iguales) a los de nuestros vecinos en renta per cápita y, por tanto, en salarios reales en el medio y largo plazo?

España ha aumentado el gasto público entre el 2018 y el 2023 un 35 % hasta los 679.200 millones de euros. Para sufragar esto, y aparte de aumentar la deuda pública en 365.000 millones, desde el 100,4 % en el 2018 al 107,7 % del PIB, el Gobierno ha creado muchas figuras impositivas nuevas, desde impuestos a plásticos, eléctricas y los bancos, o la tasa Tobin en bolsa, pasando por la decisión de no deflactar las tarifas del IRPF, que ha significado un aumento brutal de la presión fiscal a las clases medias, disminuyendo los salarios reales en los dos años y medio de período inflacionista cuando se actualizan los salarios al IPC.

Asimismo, el Gobierno acaba de implantar la llamada cuota de solidaridad, otro impuesto muy intenso y que de manera creciente aumentará las cuotas que pagan la empresa y trabajador a la Seguridad Social, para intentar controlar la situación de quiebra del sistema de pensiones.

A lo largo de la historia hemos visto que la economía española ha sido siempre muy agradecida a cualquier cambio que significara flexibilidad y más economía de mercado. Ya desde 1959, cuando en pleno franquismo se liberalizó la economía en el Plan de estabilización, España consiguió en la década de los 60 el mayor crecimiento económico del mundo tras Japón. O, desde la entrada en la Unión Europea hasta el 2009, España consiguió avances económicos gigantescos.

Pero llevamos 15 años de estancamiento. ¿Nos conformamos con la situación actual, la de quedarnos en el grupo de los países pobres?

Una de las claves para crecer más y volver a converger con Europa es reducir la imposición fiscal al trabajo en los niveles de Europa. España tiene una de las cuñas fiscales al trabajo más elevadas de Europa y la OCDE.

Además, hay que reducir las tarifas del IRPF en el porcentaje de la inflación que hemos soportado en los últimos dos años y medio, de este modo aumentarían los salarios reales. La clave es lograr lo que todos tienen: pleno empleo, la mejor forma de avanzar en salarios, aumentar el crecimiento y mejorar en productividad.