Si Serrat está de enhorabuena, todos estamos de enhorabuena

Álvaro Boro

OPINIÓN

MIKE BLAKE | REUTERS

25 abr 2024 . Actualizado a las 09:11 h.

Pasaban algunos minutos del mediodía y la aplicación de EL PAÍS informaba con una nube en la pantalla de mi móvil: «Joan Manuel Serrat, premio Princesa de Asturias de las Artes 2024». Acto seguido me salió una sonrisa. Me alegré mucho, como uno se alegra de esa forma irracional e inexplicable de las grandes cosas que les pasan a sus ídolos, personas con las que quizá jamás crucemos una palabra en nuestras vidas y a la vez están tan presentes y los sentimos tan cerca. Y más si el premiado es un genio y alguien tan bueno como Serrat.

Yo estaba pendiente del fallo del jurado, porque había leído a Tino Pertierra y decía que mucha gente iba a ser feliz o algo así. No puedo reproducirlo porque lo ha borrado; aunque también puede que no fuese él quien lo escribió, que sé yo. La cosa es que estaba al quite del fallo, porque con los Premios ya se sabe: del cielo al fango. Pese a mi entusiasmo, comparto las palabras de Héctor Tuya: «darle un premio a Serrat es dárselo, en realidad, a uno mismo». Algo en lo que estoy de acuerdo, y que es, en no pocas ocasiones, la forma de proceder de los Premios: se premian con el premiado. Pero esta vez me da igual, esta vez estoy con ellos: cómo alguien puede estar en contra de premiarle.

Me acordé de mi madre y de mi padre, de tantas veces que en el coche sonaron Lucía o Mediterráneo y las cantamos juntos; de como mi padre siempre afirma que es la mejor canción que se ha hecho nunca, cuando apenas suenan los primeros acordes y escuchas: «Será porque mi niñez sigue jugando en tu playa». Y estoy en casa y me respigo. De viaje hacia las vacaciones, a esos lugares y momentos de los uno nunca se quiere ir y a los que siempre vuelve cuando la vida aprieta, Serrat, junto a un puñado de otros, ponía la banda sonora a la espera inerte y árida del asiento en esos viajes hacia el sol.

También vino a mi cabeza Pablo Moro, porque sé el cariño y la admiración que tiene al Maestro. Volví a uno de sus videos en Instagram en el que canta y toca Mediterráneo frente al edifico Batlle, en Calella de Palafrugell, donde en 1971 un joven Joan Manuel escribió la canción.

Joan Manuel Serrat lleva mucho tiempo siendo historia de la música y de la cultura, mucho más tras su retirada de los escenarios. Pero una historia viva, una historia que con cada canción que escuchamos, con cada interpretación, nos hace felices. Una música que llego para ser eterna y no extinguirse nunca, porque en cualquier lugar y en cualquier momento hay alguien descubriéndola para quedarse con ella para siempre.

«No saben con cuánta alegría y emoción recibo la noticia», dijo tras enterarse. «No encuentro mejor manera que una distinción tan prestigiosa como esta para despedir una carrera profesional larga y satisfactoria». Si Serrat está de enhorabuena, todos estamos de enhorabuena.