Estas dos palabras, posmemoria y moderación, pueden ayudarnos a explicar los sondeos vascos que otorgan a Bildu una posible victoria y a los partidos nacionalistas, una abrumadora mayoría.
Una de las cosas que menos se entiende fuera de Euskadi es la voluntad consciente de gran parte de la sociedad vasca de pasar página del terrorismo, de olvidar el pasado, de perdonarlo todo, de superar aquellos trágicos años. Es, en parte, un sentimiento comprensible. Algo así como un deseo de superación y de mirar el futuro sin esa hipoteca que grava y ensucia el presente. Pero es también la constatación de una sociedad que huye de las enormes responsabilidades con las que nos golpea la memoria. De manera que, sí, los jóvenes no saben y los mayores no quieren…. recordar. Es más, no solo no les castigan por su horrible pasado, sino que muchos les premian por su apuesta definitiva por la política.
Otro de los factores que explican su crecimiento es la fuga de votos del actual desastre Podemos-Sumar, que van a Bildu casi en su totalidad. Conviene recordar que Podemos tuvo 11 diputados en las elecciones del 2016, tercera fuerza, y Bildu paso de 21 a 18 diputados. Hoy, Podemos tiene 6 diputados y puede quedarse en 0. También importa, y mucho, el desgaste del PNV por la deficiente gestión del servicio público de la sanidad (Osakidetza). La ciudadanía vasca no entiende que, con una financiación propia muy superior a otras comunidades, la que fue joya de la corona de sus servicios públicos esté prestando tan deficiente servicio. Por último, gran parte del sufragio joven, que vota por primera vez, lo hace a Bildu. Es como el voto del cambio, pero en casa. Bildu, consciente de estas procedencias electorales, ha envuelto su programa y su campaña en el celofán de un tacticismo pragmático y de una moderación identitaria. La palabra independencia ha desaparecido de sus discursos y el pragmatismo identitario lo concretan en la necesidad de un nuevo «estatus», más cercano al modelo confederal que a un proyecto independentista. ¿Por qué esa moderación identitaria? Porque saben que las pulsiones independentistas se han reducido considerablemente desde que la violencia no tensa esa delicada fibra del cuerpo social vasco. Y porque los vascos son conscientes de que ninguna ensoñación milenarista puede proporcionarnos ni mayor ni mejor bienestar.
De manera que el nuevo Parlamento Vasco puede acercar al nacionalismo (PNV+ Bildu) a un 70 % del voto. Pero eso no significa otra cosa que una abrumadora mayoría de fuerzas locales en unas elecciones autonómicas, que cambiará drásticamente en las próximas elecciones generales. Una mayoría más simbólica que otra cosa, porque ellos saben muy bien que si fuerzan su proyecto soberanista y tensan a la ciudadanía con la ruptura con España, la mitad de su electorado les abandona.
Dos apuntes más:
1.- El PNV se ha equivocado haciendo un cambio que quería generacional, al mismo tiempo que reivindica la experiencia y la fiabilidad del lendakari postergado. Operación errónea.
2.- Finalmente, nada cambiará. El PSE hará mayoría con el PNV y la estabilidad y la pluralidad de ese Gobierno continuarán. Los demás no cuentan.
Ramón Jaúregui fue ministro de la Presidencia con el PSOE, vicelendakari y líder de los socialistas vascos. Preside de la Fundación Euroamérica
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