Han pasado muchos años desde que Ramón el Vanidoso, también conocido como Ramón de Pitis, la zona del distrito de Fuencarral-El Pardo en la ciudad de Madrid, habló ante las cámaras de televisión sobre la droga. Lo hizo con desparpajo y hasta consumió drogas ante toda España, y sus palabras míticas están grabadas a fuego en nuestros corazones: «La droga está conceptuada socialmente muy mal, pero qué te voy a decir yo, es la auténtica salud». Hoy, Ramón parece que se ha desenganchado de las drogas y lleva otro tipo de vida, indudablemente más saludable.
A todo el mundo le produce hilaridad el famoso vídeo. Es precisamente debido a que todos, más o menos, asumimos que el consumo de drogas, especialmente la heroína, es nocivo, y las palabras de Ramón chocan con esta realidad. El vídeo no produce indignación, o no produce mucha. Es evidente que Ramón tenía un problema de consumo de drogas, pero nadie en su sano juicio le diría que está bien relajarse así, que es hasta sano hacerlo. Pues bien, con el alcohol ocurre todo lo contrario.
Hagan la prueba. A mí se me ocurrió el martes decir en televisión (donde me atribuyeron el oficio de periodista, algo que ni soy ni he afirmado ser, soy solo un escritor que colabora y he colaborado en diversos medios como esta casa) que el alcohol es una droga dura y levanté cierta indignación con mis palabras. No importa, estoy acostumbrado a que quienes se quejan de que alguien les juzgue por consumir alcohol, algo que no suelo hacer, se pongan a juzgar moralmente con bastante inquina a quien no bebe por el simple hecho de señalar una realidad que no es discutible, se beba o no. Estos juicios son recurrentes, no son algo nuevo para mí, como digo, pero creo que es bastante significativo que no se pueda mentar a la bicha.
Mis palabras no implican un deseo prohibicionista ni un juicio moral. Estoy a favor de legalizar las drogas porque sé perfectamente que la prohibición genera muchos más problemas. Pero España sí tiene un problema con el alcohol. De hecho, estamos siempre entre los primeros de la OCDE en consumo de alcohol, que se mide contando los gramos de etanol absoluto consumidos, independientemente del volumen. Y en esto, estamos entre lo tres primeros casi siempre. Solo nos superan Lituania y Letonia. Es decir, entre los cinco primeros. Es decir, España está en la Champions League del Bebercio.
Pero no se puede hablar de ello sin que surja la indignación o se me acuse de puritanismo. Si necesitas tragar dos o tres tercios de cerveza al salir del curro tienes un problema, uno que te lleva a consumir casi un litro diario de cerveza, que se dice pronto. No es mi intención juzgar a nadie, repito, pero sé que los españoles no somos enteramente conscientes de esto. Al margen de mi postura sobre las drogas, que es bastante abierta a pesar de todo, deberíamos reconocer que el consumo de alcohol que hacemos en España es excesivo, y que eso genera problemas. Se trata de reducir daños, no de prohibir.
Casi todas las personas que conozco beben alcohol. La única diferencia entre el alcohol y el hachís, más allá de sus efectos, es que el primero es legal. No es difícil de entender. Lo que sí es difícil de entender para mí es que mis palabras al respecto causen un pequeño escándalo y se me diga que beber después del trabajo es hasta sano. Una amiga, después de mi aparición en el Espejo Público, me recordó las inmortales palabras de Ramón el Vanidoso a raíz de esta afirmación: la droga es la auténtica salud. Así suena, así es.
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