Vice con Aznar Rodrigo Rato acaba de sumarse a la nómina de políticos que pasan a la historia por una sola frase. El hombre entra en este particular Olimpo al mismo tiempo que regresa, con casco, capa, maletín y aspecto desastrado, al de los presuntos y no tan presuntos delincuentes patrios. La fiscalía le pide setenta años de cárcel por fraude fiscal, blanqueo y corrupción, y él se revuelve con una oración a la medida de los Koldo de la vida, los Ábalos, Zaplana, Griñán y Chaves, los Pujol, Matas, el novio euromillones de Isabel Díaz Ayuso o, entre un largo, largo etcétera, Luis Rubiales, quien para ahogar la frustración de no poder pagarse una cocacola se ha comprado un Porsche. Con cuatro palabras, Rato intenta desacreditar a los investigadores de sus presuntos chanchullos: «Nos toman por tontos». Si las frases fuesen objetos, la de Rato sería un bumerán. Es historia de España: listos quejándose de que los tomen por tontos. O dicho de otra manera: ejem, qué tropa.
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