Excéntricos

Luis Ferrer i Balsebre
Luis Ferrer i Balsebre MIRADAS DE TINTA

OPINIÓN

Biel Aliño | EFE

09 abr 2024 . Actualizado a las 09:21 h.

Me encontré con un amigo que hacía tiempo que no veía y fuimos a actualizar las vidas tomando un café. Al acabar, me lanzó en tono cariñoso el topicazo «los psiquiatras están todos locos», pero tú —añadió— cada vez eres más excéntrico. Me dio qué pensar porque uno, aun con sus rarezas, no es consciente de que pueda parecer raro o excéntrico. Según diversos estudios, casi un 4 % de la población mundial tiene una personalidad excéntrica. Las personas excéntricas lo son por sus conductas o apariencia. Son etiquetadas como «raras», «insólitas» y «peculiares». Suelen ser gentes innovadoras y creativas, pero también tienen su ítem diagnóstico en el Manual Diagnóstico Internacional de los Trastornos Mentales. Para la American Psychiatric Association, las personalidades que giran en torno a la excentricidad se aglutinan en el «clúster A» de los llamados trastornos de personalidad, que abarcan varias entidades clínicas. El Trastorno de Personalidad no es tanto un término clínico como estadístico. Kurt Schneider, el psiquiatra alemán que acuñó el término «psicopatías» (hoy denominadas trastornos de la personalidad), trazó una campana de Gauss e identificó como personalidades «anormales» a todas aquellas que se situaban fuera de la «norma estadística» de comportamiento. Describió formas de estar en el mundo muy distintas a la norma y las etiquetó, pero no son una enfermedad mental sensu stricto. Un aforismo psiquiátrico afirma que «no hay psicopatología si no hay malestar». Es decir, existen personas con rasgos esquizoides, paranoides o incluso esquizotípicos que funcionan con absoluta normalidad en todos los ámbitos de relación. Son raros pero llevaderos. Excéntricos eran Oscar Wilde, Salvador Dalí y muchos otros anónimos que no tienen nada de patológico porque sufren y hacen sufrir igual que los normales. «El mundo está lleno de gente común, pero no todo el mundo puede ser un excéntrico» (Mark Twain).