Esta foto es un documento excepcional, uno de los pocos instantes en los que a un tal Juan García-Gallardo se le verá, ejem, centrado. Quién sabe cómo este hombre de Vox llamará al chuletón. Hace unos días, se negó a definir el franquismo como dictadura. A lo mejor al chuletón se niega a llamarlo carne. Técnicamente, no se trata de un político menor: ocupa el puesto de vicepresidente de la Junta de Castilla y León, que gobierna el PP con el inestimable apoyo del partido de Santiago Abascal. En el fabuloso currículo de este Gallardo de espíritu y corbata descarriados hay comentarios homófobos, machistas y racistas, pero la cumbre de la popularidad la alcanzó haciendo el presunto gesto de una felación al paso de una diputada. He aquí al hombre chuletón en su salsa, pasando revista en una empresa cárnica a unos buenos chuletones. Podrá darse el lujo de hincarles el diente sin inmutarse: por decir lo que dice y por hacer lo que hace, cobra unos 80.000 euros, brutos como él.
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