La manera más práctica de confirmar si hay elecciones a la vuelta de la esquina es buscar al líder del PSOE y repasar su vestimenta. Si no hay americana, hay comicios. Hubo un tiempo en que los prebostes socialistas rompían la pana. Pedro Sánchez prefiere el ante, lo cual revela que su alejamiento del felipismo es mucho más que teórico; estilísticamente, el divorcio suena a definitivo. Él lo sabe, pero parece importarle un huevo de avión Falcon, al menos así será mientras la geometría variable le mantenga en la Moncloa. Unos días antes de aterrizar en Doñana, Pedro y su chupa de ante viajaron a Barcelona a arropar al candidato Illa. Por la imagen no queda claro si el paño es verdadero o falso: ni que fuera una promesa electoral. En un momento dado, Sánchez coloca sus manos en posición de no romper un plato, en plan es imposible que nadie os vaya a tratar mejor que yo. Es como si ante sus ojos, entre el público, se hubiese aparecido Carles Puigdemont.
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