Toma Primera:
Una mujer, joven, se lava las manos en uno de los tres baños de la planta 1 del edificio de Consultas Externas del HUCA. Cierra el grifo. A su derecha, un soporte soporta el papel de manos, pero ella no lo utiliza. Extiende los dedos hacia el espejo en el que se contempla y los sacude contra él. A continuación, se pasa las manos por el pantalón y lo sube hasta marcar más significativamente su sexo. Cuando sale, las gotitas de agua siguen corriéndose por el espejo de la mano de Newton.
Toma Segunda:
En medio de uno de los dos salones del dúplex la baronesa tal vez no pudo contenerse y se meó patas abajo sin tiempo para quitarse las bragas. Yo me hubiera hecho caca encima si oigo cómo intentan forzar la entrada de mi vivienda. Al parecer, decenas de personas vieron y oyeron y olfatearon este intento de asalto por periodistas de elDiario.es, que iban encapuchados. Pero, alto, si iban encapuchados, ¿por qué sabían que eran periodistas de ese medio? Interrogados por la autoridad de turno, los testigos respondieron sin titubear, y a coro, que llevaban grandes pegatinas en la espalda donde se leía «Periodista de elDiario.es». Acabáramos.
Toma Tercera:
Usando luz ultravioleta salta a la vista lo que en común tienen los ultras estadounidenses, catalanes y madrileños: que los adversarios (correspondientemente inmigrantes, españoles y socialistas) no son humanos. Un humano es quien, por ejemplo, trata de vacunar contra el coronavirus a los desamparados de Costa de Marfil por la módica multiplicación por cinco del precio establecido por AstraZeneca para cada unidad. Esta venta «gore», que depararía una ganancia de 3,3 millones de euros a los dos samaritanos, uno de ello el novio de la baronesa, embarrancó lamentablemente, sin que este escribidor sepa la causa (tonto él). Sea como fuere, los humanos aquellos no pierden oportunidad de copular con los que no son humanos. En el porno, al parecer, a esta práctica se la conoce como zoofilia.
Toma Cuarta:
Jiménez Losantos es el único, al lado de algunos medios y tuiteros del mundillo ano-político, que se hace eco del intento de violación del dúplex, que, y esto sí que es una maniobra canallesca donde las haya, el ministro del Interior ordenó a la Policía no investigar, bajo pena de ostracismo, siguiendo la estela del alcalde de Madrid que defenestró al concejal (del PP) y a la funcionaria del distrito de Chamberí que no autorizaron la obra solicitada por el novio para unir el sexto y el séptimo piso que condujera (¿condujo?) a un dúplex de apenas 400 metros cuadrados de nada. Cuentan los que saben de estos asuntos que los pisos sociales que la presidenta madrileña vendió a fangosos fondos de serpientes, a las que les van las orgías (antes se le ocurrió a la Botella de Aznar cuando era alcaldesa: ¿recuerdan cuánta gente quedó en la calle?), no andan lejos del tamaño y calidad del que habita la encoñada pareja.
Toma Quinta:
Víctor Orbán ha instituido en Budapest el Premio Internacional de Periodismo, que se fallará en noviembre, coincidiendo con las elecciones gringas, para distinguir al profesional más deontológico del año. En las quinielas acaba de entrar Jiménez Losantos (ya estaba Eduardo Inda de Okdiario), tras berrear por las ondas que a los «demócratas» no les queda otra opción que dar una buena «paliza» (versión española del trumpismo) a ciertos periodistas pendencieros, como los de elDiario.es y El País, que, según el portavoz de la baronesa, Miguel Ángel Rodríguez, el que quiere «triturar» a esta Prensa putera y proxeneta, «han acosado a los vecinos de la presidenta, incluidas niñas menores de edad (¿hay niñas mayores de edad?), en un acaso habitual en dictaduras». El País se defiende panza arriba, canalla él, aseverando que sus dos redactores no entraron en el portal del Santuario de Chamberí y que solo preguntaron, tras identificarse como periodistas, a algunos vecinos si habían visto trasiego de materiales de obra o habían oído los estruendos propios de convertir dos pisos en uno. Da la sensación de que El País miente, rufián como es, porque, si no, a cuento de qué se divulgan a los cuatro vientos los nombres y las fotos de los dos profesionales (!?) del periodismo. Se divulgan porque son malos malísimos, pecadores incontinentes. Pobres niñas, pobre baronesilla. Afortunadamente no hay noticias ni denuncias de que ninguna de ellas haya sido «toqueteada», porque el mundo…, el mundo es, ya se sabe, un puticlub pantagruélico.
Toma Sexta:
En una calle de Oviedo con límite de velocidad a 30, un coche entró a toda hostia y no «trituró» a un ciclista porque esta capital es celestial, una suerte de segunda Jerusalén. En la calle Silla del Rey, también de Oviedo, una anciana hobo de parase en seco en el paso de peatones que estaba cruzando, el más concurrido del entorno, porque un conductor no frenó y pasó gritándole: «¡Apártate, vieja!» (pese a ello, dice un entendido político del municipio celeste que somos muy cívicos al volante). Los comportamientos antedichos son propios, como mínimo, de macarras, ¿o no? En esta piel de toro hay mucho macarra. Sin ir más allá, los valientes toreros y sus cuadrillas que, tras martirizar al toro, cuando se está quedando sin sangre, en su último mugido, recibe la estocada en el tallo encefálico (encefalograma plano), provocando poluciones en unos y humedades en otras. Los nichos de los macarras son innumerables. Y uno es el periodismo. Tenemos medios que no contrastan las noticias, pagados por Nicolás Maduro y Kim Jong-un y cuya meta es destripar a personas honorables y de bien, como Esperanza Aguirre, Díaz Ayuso, Miguel Ángel Rodríguez, Núñez Feijoo. Medios repulsivos como El País, elDiario.es, infoLibre, Público.
Toma Séptima:
Cuando Rouco Varela presidía la nueva Inquisición contra los pecados capitales, muy concretamente los de la política y la carne desviadas (¡joder, Ayuso, hipercatólica y amontonada!), recibió una llamada telefónica. Era de Alberto (vaya, otro Alberto, que ya van tres) Ruiz-Gallardón, por aquellos tiempos alcalde de Madrid. Le rogó a monseñor que interviniese para que Jiménez Losantos, con las risitas cómplices de Esperanza Aguirre y José María Aznar, no continuase insultándole todos los amaneceres desde la Cope. Rouco Varela, amo y señor de la Iglesia y de la Cope, le respondió que no podía hacer nada, pero «rezaré por ti, Alberto». Cabe esperar que monseñor rece de otra «manera» por Isabelita, considerada ya por Alberto, el gallego que vino a Génova a no insultar, una «mártir» del socialismo que, «ilegítimamente», se ha instalado en La Moncloa. Es una pena, porque si Rouco no fuese tan mayor y el Papa no fuese Francisco, la Ayuso estaría en proceso de canonización.
Toma Octava:
Pero, ay, una juez (tiene toda la pinta de ser roja, pero roja) ha entrado en el plató de rodaje y ha desnudado a la futura santa, que de esta guisa no iba a contar con muchos fieles de fiar. La juez imputa al «partenaire» en los tres delitos penales que apreció la Fiscalía de Madrid, Fiscalía, que no actuó «motu proprio», sino a instancias de Hacienda. Entonces, ni santa ni mártir: negó que su «hombre» estuviese siendo investigado; negó que defraudara más de 350.000 euros; afirmó que era Hacienda quien le debía a él casi 600.000; atacó, como cualquier actriz o actor famoso por su propensión al autoritarismo, a la Prensa, a la canallesca, naturalmente, que Libertad Digital es el New York Times patrio, en las antípodas de elDiario.es y El País, que no cesan en su acoso y derribo. Hasta se atreve el primero a publicar que el actor macho invirtió tras el fraude y la comisión millonaria de las mascarillas, además de en la doble y humildísima vivienda del centro de la capital, en pisos turísticos. Cómo se atreven a publicar libelos semejantes, por muy verídicos que sean y reconocidos por escrito, incluso por el galán. Que no, que no, que aquí manda quien manda, yo, por encima del bien y del mal; yo, que elijo el tipo de leña con que alimentar la hoguera. Y a tomar por el culo.
Toma Novena:
A ella no la toca nadie, salvo autorización personalísima (Miguel Ángel el «mayoral» y Alberto el «sanitario»). Feijoo no está autorizado y, como dé un paso en dirección contraria, se lo fallará como hizo con Pablo Casado. Pobre Casado, qué estará pensando estos días, expulsado del rodaje, corneado, humillado con sadismo por la intocable. Qué papelón para el gallego del yate y la mansión vacacionales, con las manos atadas y la soga al cuello. Ni te muevas, Alberto, le habrá advertido la estrella de Sol-Chamberí al oído, que Alberto solo hay uno y no eres tú. Tú, mira y no calles, repite todo lo que diga mi ángel Miguel Ángel, mi gorila, mi ira, mi canibalismo. Yo soy la Reina de Picas, la «obsesión» (¿sexual?) de Sánchez. Lo que se dirime aquí es él, el presidente, o yo, la presidenta. Y seré yo quien se lleva el gato al agua y me beneficie de las marranadas de mi marrano, que es mío y solo mío, mi marrano adorado. ¡Que nadie se mueva, coño!
Toma Décima:
Además, qué atrevimiento el de estos pornógrafos sociatas cuando están ellos sumergidos en las aguas fecales de los casos Koldo y Begoña-Air Europa, que acabarán, si les toca ser juzgados por los jueces «apropiados», en las mazmorras reservadas a los pervertidos. Desde luego, no saben a quién tienen enfrente, con quién se están midiendo, un revoltijo de hembras conformado por la Reina de Saba, Zenobia de Palmira, Isabel la Católica, Agustina de Aragón, Evita Perón, Margaret Thatcher y la hermanísima de Javier Milei, cuyo nombre es menester no mentarlo para que no se abran las puertas del Infierno.
Toma Undécima:
A este vídeo para adultos le falta una secuencia larga, siempre y cuando pueda rodarse, pues todavía no está cerrado el contrato con otra súper estrella: Carlos Puigdemont. Si firma, es decir, si viene a España, perdón, a Cataluña, antes de que la Ley de Amnistía sea publicada en el BOE, lo que es dudoso por su personalidad cagona, será trasladado a un plató-prisión donde él será el centro, el receptor del apoteósico «gang bang» final con una treintena de internos cachondos.
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