Tras la bofetada en Galicia, donde su candidato empezó besando trenes y acabó besando lona, un poco en parte porque la consigna de Ferraz y de Tezanos era hacerlo conselleiro de Ana Pontón, Pedro Sánchez quiso zanjar cualquier tentación de hablar de crisis en el PSOE y en el Gobierno: «Las elecciones son en el 2027. Tengo todo el tiempo del mundo». Como si la política llevase reloj. Como si no se supiera que, en ella, la distancia entre tener «todo el tiempo del mundo» y no tener nada de tiempo puede ser minúscula: un pequeño detalle, una amnistía, sumado a otro, unas elecciones, sumado a otro, un Koldo, puede convertir los años en minutos. Que se lo pregunten a la sombra del ministro que fue el (todavía) diputado José Luis Ábalos. En esta imagen crepuscular el hombre se cruza con un extintor por un pasillo del Congreso. Pasará de largo. Normal. Hay incendios que no se extinguen ni con todo el tiempo del mundo, ni con todos los extintores del mundo.
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