![Residencia de ancianos en una foto de archivo](https://img.lavdg.com/sc/5TzXP4alqG6lNuAhgD3uyksWp-Q=/480x/2020/05/21/00121590048109671963538/Foto/residencia.jpg)
Siempre vamos a necesitar cuidados. Cuidamos y nos cuidan. Pero esto no es un asunto solo de las mujeres, aunque hasta ahora nos hayamos encargado nosotras de hacerlo. Es una responsabilidad que atañe a toda la sociedad y, por tanto, es imprescindible que se involucren el Estado, las empresas, los hombres. Para hacerlo bien. Para hacerlo justamente. Porque cuando hablamos de cuidados hay que hacerlo también de corresponsabilidad.
Ayer precisamente se celebró el día contra la brecha salarial, resultado de la discriminación que sufrimos las mujeres en nuestra vida laboral, y que tiene su origen en la asignación de unos roles diferenciados por géneros que nos adscriben casi en exclusiva a las tareas domésticas y de cuidados.
Por eso la propuesta de Pacto Integral y Estatal de Cuidados que ha elaborado CCOO pone el acento en la necesidad de un reparto del trabajo asalariado, doméstico y de cuidados. Pero también en la urgencia de empezar a valorar como corresponde unos cuidados a los que hasta ahora se está otorgando ninguna o muy baja remuneración.
¿Qué entendemos por un sistema integral de cuidados? Lo expresa bien la ONU: un «conjunto de políticas encaminadas a concretar una nueva organización social de los cuidados con la finalidad de cuidar, asistir y apoyar a las personas que lo requieren, así como reconocer, reducir y redistribuir el trabajo de cuidados -que hoy realizan mayoritariamente las mujeres- desde una perspectiva de derechos humanos, de género e intercultural (…) donde el Estado sea garante del acceso al derecho al cuidado, sobre la base de un modelo de corresponsabilidad social».
En consonancia con la iniciativa del sindicato a nivel estatal, en Asturias acabamos de proponer un Pacto Social de Cuidados, que llevaremos a la concertación y que incluye políticas de conciliación (escuelas de 0 a 3 públicas y gratuitas, ampliación de los comedores escolares, más planes de igualdad o adaptar las leyes para que hombres y mujeres podamos trabajar y cuidar de otras personas, y que nos cuiden); mejorar los centros de día, las residencias para mayores, la atención a la dependencia y la discapacidad y la ayuda domiciliaria (incluyendo la reducción a tres meses del tiempo máximo de tramitación de la prestación de dependencia, entre otras medidas); el fomento de la corresponsabilidad (dignificando las tareas de cuidados profesionales); y la extensión del empleo digno e igualitario (con cláusulas de contratación de ayudas públicas que excluyan a empresas que, estando obligadas, no cuenten con plan de igualdad, y la reducción de la tasa de interinidad al 8% comprometida para el empleo público, entre otras).
Corresponsabilidad es la clave, para ganar todas y todos, y para ganar más, no solo desde el punto de vista económico, sino para ganar más en salud y tiempo propio para las mujeres, en tiempo de presencia y de derecho a cuidar para los hombres, en productividad para las empresas, en equidad para la sociedad y en igualdad y democracia para el Estado.
Se han dado pasos en los últimos años, sin duda, pero hay que dar más y más firmes. Porque seguiremos teniendo que cuidar y necesitando que nos cuiden. Y hacerlo lo mejor posible.
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