Todos los días, un ensordecedor estruendo de bronca política ciega nuestra conciencia. No es casual. Esconde la imposición de un mayor grado de saqueo sobre la mayoría de la población española. Parece que todo lo que sucede en nuestro país son disputas entre políticos -gobierno y oposición-, y entre instituciones del Estado. Pero el estruendo es confusión, que -silenciosa pero cruelmente- da pasos para robarnos aún más las riquezas que producimos.
Para desviar nuestra mirada utilizan el ruido político -las clases dominantes que de verdad mandan- para cegarnos e imponernos un atraco aún mayor sobre nuestras vidas. Pero inevitablemente surge la resistencia expresada en huelgas y manifestaciones. Debemos atravesar el ruido y mirar más allá. Nos lo exige nuestro pueblo y nuestra conciencia.
Tractores contra el saqueo de años y años
Una marea de agricultores y ganaderos ha sacado sus tractores a las carreteras y los han llevado a las ciudades. Se manifiestan contra un saqueo persistente, que los empobrece reduciendo su renta y los conduce a la quiebra, mientras grandes fondos financieros y oligopolios agroalimentarios y de la distribución -todos ellos extranjeros- se enriquecen con este atraco.
Los pequeños y medianos agricultores y ganaderos están siendo asfixiados por la escalada de precios que han impuesto los grandes oligopolios, escondidos tras de la inflación. Sufren la extorsión financiera de unos bancos que han duplicado los intereses a pagar por los préstamos. Y los gigantes de la distribución les imponen vender a precios de miseria, en muchos casos por debajo del coste de producción.
Grandes fondos extranjeros, en su mayoría estadounidenses, han irrumpido en el campo español, comprando tierras para esquilmarlas, obteniendo así rápidas ganancias, e imponiendo una monopolización que devora a los pequeños y medianos productores. Y la Unión Europea (UE) legisla una política agraria al servicio de las grandes burguesías monopolistas europeas y en contra de agricultores y ganaderos, incluso de sus propios países.
Pero necesitan ocultar esta realidad, poniendo en primer plano el «peligro de que dirija las luchas agrarias» la ultraderecha. Evidentemente los sectores ultras intentan «pescar en río revuelto». Pero cuanto más se eleva artificialmente el ruido ultraderechista, más ceguera se impone sobre el saqueo ejercido al mundo rural por los grandes fondos financieros y los oligopolios extranjeros, que sufren agricultores y ganaderos.
Con la salud no se juega
Justo antes de iniciarse la campaña de las elecciones gallegas, la plataforma SOS Sanidade Pública realizaba una masiva manifestación en Santiago de Compostela. Era la culminación de una oleada de movilizaciones que habían recorrido las principales ciudades gallegas, en protesta contra la saturación del sistema sanitario público, la falta de médicos y las cada vez más amplias listas de espera.
Sin embargo, otra vez el ruido quiere cegarnos, como si sólo fuera una disputa electoral entre el PP -que gobierna desde hace 15 años- y la oposición de izquierdas. Es evidente la responsabilidad de los gobiernos del PP en el deterioro de la sanidad pública gallega. Pero es igualmente cierto que desde el año 2010 los recortes en sanidad pública -tanto por los gobiernos centrales como por los autonómicos de toda España fueran del color que fueran- nos golpearon. Todos los gobiernos fueron daltónicos ante las órdenes -contra nuestra salud- de los grandes fondos financieros -principalmente estadounidenses- de entregar la gestión de hospitales públicos, de transformar la sanidad pública en su carnívoro negocio.
Por eso, las imposiciones del Fondo Monetario Internacional y la Comisión Europea -que nos llevan obligando desde 2010 a recortar el gasto en salud para ampliar las ganancias de un selecto grupo de bancos y oligopolios -un atraco a nuestra salud, en beneficio de una ínfima minoría- levanta una marea de movilizaciones.
La gran confusión como ceguera
La tormenta desatada por la amnistía -convertida en monotema y los nada disimulados ataques de una parte de las altas instancias judiciales contra el gobierno- ha sido denunciada clarividentemente en el Carnaval de Cádiz por varias comparsas como disfraz que oculta los 14.000 millones anuales que supondrán para España los recortes que vienen.
Porque el pacto alcanzado entre la Comisión Europea y el Parlamento Europeo -para aprobar definitivamente las nuevas reglas fiscales- reinstaura los drásticos objetivos de reducción de la deuda y el déficit dejados en suspenso a causa de la pandemia. Se han impuesto las tesis más duras, defendidas por los «halcones» alemanes.
El segundo pecado capital que se oculta -y que debería provocar un escándalo nacional- es que en 2023 la gran banca española ha obtenido 26.000 millones de euros de beneficios -un 27% más que en 2022-, ganancias que ha arrancado a las familias y pymes con 85.000 millones en intereses y 24.000 millones en comisiones.
Hay que ver más allá del ruido
El estruendo trata de ocultar un atraco a la población -a través de la subida del precio de alimentos, luz y combustibles, y del incremento de las cuotas de hipotecas y préstamos. Un saqueo que empobrece a la mayoría para incrementar las ganancias del Ibex-35 y especialmente del capital extranjero. Detrás del ruido están los dolorosos recortes de nuestros salarios y rentas, la degradación de la sanidad y la educación públicas, los leoninos impuestos a los trabajadores, agricultores, familias, pymes y autónomos, que el Ibex-35 no paga. Hay que identificar a los atracadores. Quien impone el saqueo contra la mayoría de la población son las oligarquías extranjeras que dominan el Ibex-35 en despachos de Washington y en Berlín.
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