La Academia dice en su web que «celebra la calidad del cine español con la entrega de los Premios Goya a los mejores profesionales de cada una de las especialidades técnicas y creativas». Tan obvio como inapelable. Pero en Galicia llevamos fatal el olvido de O corno, de Jaione Camborda, Concha de Oro en San Sebastián, con lo cual la institución presidida por el serio de Fernando Méndez Leite quizá debiera darle una pensada al sistema de votaciones e incluso ampliar sus asociados —¿qué tal si nos cuentan cuántos han votado?—. Ya opinaba el pasado noviembre lo muchísimo que chirriaba el casi empate en nominaciones de La sociedad de la nieve de Bayona, con 70 millones de Netflix y que apenas se vio en salas porque a la multinacional no le salió de las narices, y 20.000 especies de abejas, la emotiva ópera prima de Estibaliz Urresola, producida con apenas unos miles de euros. Lo normal, por militancia y coherencia, sería que arrasara y la N saliera escaldada de Valladolid. Anotado lo anterior, aquella Academia que germinara en 1985 en un restaurante de Madrid a iniciativa del productor Alfredo Matas y una docena de notables es ya una realidad consolidada y no hay españolito que desconozca estos premios, aunque sigamos instalados en un cierto complejo de inferioridad y un 80 % de nuestras películas apenas saquen para cubrir el cátering, si es que antes lograron estrenarse, que esa es otra, privilegio reservado a unos pocos títulos cuya calidad ni está ni se la espera. Mientras, los exhibidores tan contentos; aunque nunca lo reconocerán, los Goya les suenan a coñazo mediático, apenas traducidos en entradas vendidas. Insisto en la pantalla grande porque es la madre de todas, trola la de que las plataformas son el futuro, lo serán para engordar sus cuentas, pero ni potencian el audiovisual ni facilitan la comunión de espectadores dispuestos a emocionarse y divertirse. Esto ni es arrebato de nostalgia ni un planteamiento caduco: el cine de un país se reafirma si conecta con su gente. Dicho lo cual, sería bueno compensar la metedura de pata con el mayor éxito internacional del cine gallego, trayéndose para acá, sino todos a los Goya que aspiramos, sí un buen montón de ellos.
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