Hablar menos de la selectividad

Pedro Armas
Pedro Armas PRESIDENTE DE LA COMISIÓN INTERUNIVERSITARIA DE GALICIA (CIUG)

OPINIÓN

Sandra Alonso

15 ene 2024 . Actualizado a las 09:49 h.

Como de fútbol, de selectividad habla todo el mundo, pero pocos la conocen por dentro, ni siquiera algunas autoridades del Ministerio de Educación, que toman decisiones sobre la misma a la ligera. Debido a las elecciones generales, la nueva prueba, más competencial que memorística, fue pospuesta. Se dijo que este año transitorio todo seguiría igual que durante la pandemia, lo cual es cierto en lo que respecta a los modelos de examen, pero no en cuanto al número de materias y su ponderación para acceder a los grados, pues no se paraliza la aplicación de la Lomloe.

Decisiones, sin aparente repercusión, acaban complicando la logística de una prueba ya de por sí compleja, en la cual ha de tenerse en cuenta la idiosincrasia de los centros educativos. Por ejemplo, en Murcia, donde son pocos y concentrados, podrían programar una prueba en cuatro días, sin solapamientos de exámenes, mientras en Galicia, donde son muchos y dispersos, a nadie se le ocurre exigir al alumnado del instituto de Ortigueira que se desplace a Ferrol más de dos o tres días. Por eso, ciertos alumnos tienen exámenes coincidentes en horario, a los cuales se dará siempre solución.

Decidir que la Historia de la Filosofía pasa de optativa a común, esto es, a la parte obligatoria de la prueba, implica que deja de ser materia para subir nota y de ponderar en la admisión a los grados. Proponer, avanzado el curso, a golpe de borrador, que pueda ponderar cualquier materia (Filosofía, Historia de España, etcétera) no deja de ser una compensación extemporánea y superflua. En Galicia, donde la CIUG procura que el alumnado disponga de información anticipada y los órganos de gobierno de las universidades hicieron sus deberes a tiempo, solo ponderarán las materias optativas y de modalidad.

La ABAU ha de llevarse a cabo en condiciones de tranquilidad para el profesorado, el alumnado y las familias. La legislación ha de publicarse con suficiente antelación. La política ha de permanecer al margen. Los que piden una prueba única para toda España, añorando centralismo, han de asumir que la educación está transferida. Los grupos de trabajo de cada materia, autónomos y autonómicos, conocen bien qué se imparte en las aulas. Entre los que hablan de injusticia del sistema, predominan padres para los cuales el sistema es justo, si su hijo entra en Medicina, e injusto, si no entra. Tal vez un examen para la admisión en Medicina, una prueba específica a escala nacional, bastaría para que se hablase menos de la selectividad.