Pronto comenzará la temporada alta de incendios en Asturias. Serán unos 2.000, como siempre, todos provocados. 2.000 delitos graves, contemplados en el código penal. Casi todos quedarán impunes. En 2024, como siempre, nos pillará sin los deberes hechos, sin desplegar las medidas necesarias para impedirlos.
A finales de marzo de 2023 la violenta borrachera de los incendios forestales provocados fue de las más terribles de la historia. Cientos de incendios en toda Asturias, en todos los concejos a la vez. Algunos de ellos con miles de hectáreas quemadas como el de Valdés, de unas 10.000 has o el de Allande de 3700 has. Y otros en Tineo, Belmonte, Cangas del Narcea, Parres, Piloña, Llanes, Caso, Ponga, Morcín, Oviedo, Siero….
En aquel momento el Gobierno regional echó la culpa a «terroristas», «bandas», «pirómanos», etc. Todo tipo de desconocidos enfermos psiquiátricos o delincuentes organizados, con oscuras finalidades, a los que amenazaba con perseguir y castigar hasta la tumba.
Tras la indignación en caliente, el Gobierno regional, una vez que llovió y se apagaron las llamas, no volvió a hacer más, salvo cambiar el nombre de una Consejería.
¿Volverá a pasar lo mismo este año?. Seguramente. En el concejo dónde vivo, en Morcín, seguro que sí. Porque las personas y las causas por las que queman los montes siguen ahí, desde el neolítico, sin que nadie, ni nada, les vaya a dificultar sus atentados.
En agosto la Guardia Civil logró detener al fulano que prendió el incendio de Valdés y a alguno de los autores de otros. Una pequeña nota en la prensa y no se supo más. A estas alturas alguien nos podría explicar por qué lo hicieron, especialmente el de Valdés, el más grave. Y el Gobierno regional podría «practicar la pedagogía» que tanto le gusta e impulsar las medidas legislativas, administrativas, policiales y judiciales para que eso no se pudiera repetir. Pero callan como ahogados. Nada se ha explicado a la opinión pública de quién fue ese presunto autor y por qué lo hizo. No se trasladó ningún mensaje a la ciudadanía y a los que, como los detenidos, están dispuestos a quemar nuestros montes otra vez cada invierno. Evitan explicar qué móviles había detrás de esos incendios que tanto daño económico y medioambiental hicieron a tanta gente, docenas o cientos de millones de euros y desactivarlos. Porque los políticos saben bien quienes queman y para qué. Pero necesitan sus votos, los escaños o concejales que pueden darles. Y no quieren enfrentarse con ellos, ni siquiera contrariarlos.
La conservación del medio ambiente, el cumplimiento de la Ley o los heterogéneos ciudadanos damnificados no importan tanto, vale más mirar para otro lado, dejar hacer a los violentos, gastar sin sentido en ayudas o en ineficaces medidas de prevención o extinción, echar la culpa al puto matorral, a la puta meteorología o incluso al puto cambio climático, rasgarse las vestiduras los días de viento sur y volver a taparlo todo al día siguiente. Como en México, como en Sicilia.
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