Ha sido, es y será mundialmente conocido por su juego, ese que hacía siempre con la cabeza bien levantada, y por su toque de balón
09 ene 2024 . Actualizado a las 13:03 h.Coincidí con Franz Beckenbauer en la famosa final de la Copa de Europa que jugamos en 1974 con el Atlético de Madrid contra el Bayern en el que él era el capitán. Fue en el estadio de Heysel, en Bruselas, ese campo que luego en 1985 fue el triste escenario de la mortal avalancha de la final entre la Juve y el Liverpool.
El caso es que en 1974 empatamos en aquella final (1-1, con un gol de Schwarzenbeck en el último minuto) y tuvimos que jugar un partido de desempate, en el que ya nos ganaron 4-0. Tuve la suerte de poder disputar ambos duelos y verle en directo, aunque el resultado no nos acompañó.
Además, recuerdo que me tocó jugar muy pegado a él. Yo estaba colocado en el mediocampo. No se me olvidará lo que más me llamó la atención del futbolista alemán: jugaba siempre con la cabeza levantada hacia arriba. Y de qué manera tiraba después hacia delante en la salida de balón... Era impresionante, me quedé maravillado al verle. No lo sé con certeza, pero al jugar tan juntos seguro que tuve algún pequeño choque con Franz durante alguno de los dos partidos. Probablemente, sería culpa mía. Él era tan bueno y elegante...
Lo era todo para el fútbol
Tengo muy buen recuerdo de Beckenbauer. Era un jugadorazo increíble y, sobre todo, muy importante. Era el capitán de la selección alemana. Lo era absolutamente todo. Jugando al fútbol era muy elegante, cómo tocaba el balón... Era capaz de anticiparse a la acción. Si tuviera que definirle en una palabra sería ejemplar. Era muy limpio, no daba patadas.
Es un futbolista que ha sido, es y será mundialmente conocido. En Alemania, y mira que tenía una selección en su época a la que daba mucho gusto ver, no ha habido ningún jugador que consiga hacerle sombra a Franz.
Jugó en el Bayern de Múnich casi toda su vida. Lo hizo durante catorce temporadas. Recuerdo que, con el paso de los años, retrasaron su posición en el campo levemente, y empezó a hacer pareja con Georg Schwarzenbeck. Tras abandonar el conjunto bávaro y la liga alemana se marchó a Estados Unidos. Fichó por el New York Cosmos, donde coincidió con otra estrella mundial, Pelé.
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