Justo después del inicio de la guerra de Ucrania tuve la oportunidad de atender una conferencia que daba uno de los economistas más prestigiosos del país. En aquel evento predijo que la guerra de Ucrania sería corta, que la bolsa subiría y que la inflación estaría bajo control en menos de un año. Teniendo en cuenta que este señor no ha perdido el trabajo, creo que me puedo arriesgar a ejercer de pitonisa yo también.
Mi bola de cristal me muestra un 2024 lleno de contradicciones.
Empecemos con el clima: enfriamiento de la economía en contraste con el calentamiento del planeta.
En el 2024, la demanda interna y de las exportaciones perderá fuerza, provocando que la economía empiece a sentir el frío de la inactividad. Y eso, a pesar de que el termómetro seguirá marcando máximos comparado con el 2023. Lo que nos llevará a que en partes del país se verán con el agua al cuello por culpa de la sequía. Así, los gallegos nos vamos a dejar de quejar del tiempo, que ya empezamos a parecer unos sobrados.
Seguimos con el trabajo: habrá menos oferta de empleo pero seguiremos teniendo dificultades para cubrir vacantes.
Quizá alguno piense que la falta de creación de empleo se deba al enfriamiento de la economía, que también. Pero otra parte se debe a que los empresarios de pequeñas y medianas empresas empiezan a cansarse de pagar empleados para acabar ellos doblando turnos. Y está claro que el absentismo laboral no va a mejorar. O sea, que no trabajan los que no trabajan, y algunos de los que trabajan tampoco trabajan lo que tenían que trabajar. Con lo que crear puestos de trabajo para acabar trabajando más es un trabajo que se van a ahorrar.
Continuamos con la vivienda: aunque sea más caro vivir en la ciudad, seguiremos abandonando las aldeas.
A pesar de que el medio rural seguirá presentando buenas oportunidades de trabajo, emprendimiento y calidad de vida, seguiremos decidiendo que es mejor vivir en una vivienda más pequeña, menos tranquila, más cara y menos cómoda en la ciudad. Pero eso sí, en las vacaciones nos seguiremos escapando a los pueblos a desconectar para, al fin, ser capaces de conectar con nosotros mismos.
Y finalizamos con la sociedad: en el año del Dragón, símbolo, entre otras cosas, de la armonía, la sociedad estará cada vez más polarizada.
Preparémonos para un año que empieza con elecciones en Galicia en un clima político a nivel nacional cada vez más estridente. Vamos a ver a más de uno echar fuego por la boca. Todo el que tenga una opinión se arriesga a ser chamuscado. Recomiendo comprar un extintor de compañía.
Pero mantengamos la calma. Al final, el año de cada uno de nosotros dependerá, principalmente, de nosotros mismos. De nuestra actitud ante los desafíos y las oportunidades que se presenten. Así que, en este 2024 lleno de contradicciones, optemos por ser coherentes y creemos juntos un futuro brillante.
¡Feliz 2024!
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