¿Odias o amas la Navidad?

César Casal González
César Casal CORAZONADAS

OPINIÓN

Carlos Carballeira

24 dic 2023 . Actualizado a las 10:00 h.

Hay tantos asuntos en la vida en los que no vale el equilibrio. Así andamos. Ya saben. Coca-Cola o Pepsi. Café o té. La Navidad, miren a su alrededor, es una de esas cuestiones delicadas. O eres un odiador o un adorador de la Navidad. No vale comprar, nunca mejor dicho en estas fechas, solo una parte. O estás con los que se unen al Grinch y odias estas fiestas con todo tu coraje o te empapas de arbolito y vives todo el paquete al completo. O eres un dinamitero de lo que suponen estos días y sus noches o eres un colaboracionista y te prestas a empezar por las cenas de empresa y de amigos y ya sigues con los adornos y los regalos.

Otro daño colateral de la pandemia ha sido que estas dos opciones se han radicalizado. Amar u odiar la Navidad se ha convertido en un reflejo de la dividida política española. Si estás con unos, estás contra los otros, sin piedad. Si eres navideño, amigo, tienes que tragar con todo. No vale elegir. Tienes que hacer de Papá Noel y repetir en unos días para ejercer de rey mago. Eres reno y paje. No te queda otra. Estás en España y aquí encima tenemos triplete. Le hemos comprado todo el aparataje del 25 de diciembre a los norteamericanos, sin ceder ni un milímetro en el Fin de Año y los Reyes Magos. Si estás con los navideños, eres reno y camello.

El miedo a que las calles se vuelvan a quedar vacías por un virus nos ha puesto taquicárdicos. Abrazamos cualquier fiesta, cualquier viaje, cualquier invitación como si fuese la última que vamos a recibir en la vida. No hay criterio. La única opción que te queda es borrarte, ejercer de Grinch, el duende que odia la Navidad y los navideños, para combatir esta orgía de consumo que nos consume. Bajar con gafas de sol para que no te ciegue la carrera de luces que abre el alcalde de Vigo y que siguen por todo el país. O luchas contra los vatios o estás con ellos.

Cada vez fatiga más el exceso, pero o te escondes a lo bestia o te metes hasta las cejas. Ya estás aprendiendo los villancicos, yendo a los conciertos de Navidad, escuchando los valses y cantando los peces que beben y beben en el río. Ya hemos cruzado el rito de los encendidos. Ya hemos pasado el puente de la lotería, de los niños de San Ildefonso, del frenesí de los décimos y de las pandillas de premiados abriendo botellas de cava a las puertas de las oficinas de lotería. Ya estamos apenas a horas de la cena de Nochebuena y de la comida de Navidad. Ahora se sale también en Nochebuena. Es casi un ensayo de la noche de Fin de Año. No hay descanso. Quién dijo miedo. Encima, este año la Nochebuena cae a domingo, y la Navidad, a lunes festivo. La jugada se repite en Fin de Año. Dos puentes de fiesta seguidos. Y de guinda, la noche de Reyes, un viernes. ¿Quién da más? Es imposible no enlazar una conga con otra, salvo que optes por apagar el móvil, desconectar de todo y de todos, confirmarles que eres muy raro y ponerte El Padrino en una pantalla grande con el sonido alto y el salón vacío. O lleno solo de ti y de Michael Corleone. Tú decides.