No todo es música y buen rollo en la academia de Operación triunfo. Los concursantes de la nueva promoción, que se forman en las aulas de Prime Video, encajaron estos días una reprimenda por no manejar bien los roces de la convivencia y por haber perdido de vista al gran hermano que los vigila. Los puso Noemí Galera frente a su espejo para recordarles que la televisión lo graba todo y lo amplifica todo. «A veces os veo y me tiráis para atrás», les dijo, para mostrarles de forma elocuente la importancia de llevarse bien y dar buena imagen en un programa de corazón tan blanco. No les pidió que sean amigos, pero sí que lo parezcan o, al menos, que se hablen con respeto. «No sé cómo habláis en vuestra casa a vuestros familiares, pero yo en mi casa no grito a nadie, no hablo mal a nadie y no lo voy a consentir», advirtió.
La distensión en la pantalla es un hilo muy fino del cual es fácil caerse. Hace unos días, en un arrebato de campechanía, el sobrino de Ana Rosa se lanzó a llamar «enanita planetaria» a Sonsoles Ónega, revelando así el daño que está causando en Telecinco la derrota diaria que les aplica su rival de Antena 3. En El hormiguero también se vivió un ejemplo de que relajarse demasiado ante las cámaras puede ser traicionero. Un piloto intentaba ilustrar sus ansias de ganar y olvidó los filtros: «Aquí, marica el último».
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