¿Me hacen el favor de parar este delirio?

Ernesto Sánchez Pombo
Ernesto S. Pombo EL REINO DE LA LLUVIA

OPINIÓN

FERNANDO VILLAR | EFE

13 dic 2023 . Actualizado a las 08:53 h.

Hoy nos parecen descalificaciones infantiles. Propias de niños en el patio del colegio. Aquello de déspota, ególatra o ultra, dedicado al presidente Sánchez, se nos queda muy lejos. Pero ya se sabe que este tipo de comportamientos van aumentando y de ahí pasamos a sociópata, felón, traidor, ilegítimo, caudillista y cobarde. Y aún más. El paso siguiente fue el de líder de una banda criminal. Y como siempre hay que seguir subiendo el listón, llegó a aliado de los terroristas de Hamás. También se llamó a la violencia en las calles.

Pero todo esto nos puede parecer casi un juego de niños, que no lo es, después de que el líder del facherío, que gobierna instituciones, aventurase, en tierras de Javier Milei, que el presidente del Gobierno tendrá el mismo final que el fascista Benito Mussolini. Por cierto, uno de sus referentes ideológicos. «Habrá un momento en que el pueblo querrá colgar de los pies a Pedro Sánchez», dijo textualmente. Y, lejos de disculparse, los recaderos del botarate se ratificaron en lo dicho. Los mismos que pidieron seis años de prisión a un tuitero que propuso colgar del puente de Vallecas a Monasterio y Abascal.

Y no es libertad de opinión. Ni insulto. Ni amenaza. Es incitación al odio y a actuar, que se suma a otras, entre ellas la de la concejala popular de Moguer deseando la muerte de Sánchez, a lo que siguió el montaje de su cara —hecho por otra edil popular de Lérida— en el coche donde asesinaron a Kennedy, momentos antes del magnicidio.

No existe en todo el planeta una campaña de intimidación, amenazas e incitación como la que se vive en este país contra el presidente del Gobierno salido de las urnas. Ni un clima de frentismo y acusaciones como el que protagonizan otros líderes políticos. En las últimas semanas, el ministro Puente y la presidenta Ayuso, la presidenta Ayuso y el delegado del Gobierno en Madrid, o la presidenta Ayuso —siempre ella— llamando hijo de puta desde la tribuna del propio Congreso. No se respetan ni los actos institucionales.

Quizá aún no seamos conscientes del deterioro que vive la política española. Pero el insulto, las amenazas, la descalificación del adversario y la incitación al odio forman ya parte de nuestras vidas. Sabíamos que ocurriría, y algunos lo advertimos, con la llegada del fascismo a nuestras instituciones, a las que se llevó de la mano. Se están transgrediendo los más elementales principios democráticos. Llamando a la violencia. Se socava la imagen de los políticos y de los poderes institucionales. El acoso llega hasta el rey, a quien públicamente se llama cobarde, traidor y parásito.

Alguien tiene que frenar inmediatamente este disparate generalizado. Se sobrepasaron todos los límites. Así que, ¿me hacen el favor de parar este delirio? Porque en los impuestos que pago están incluidos el decoro y el respeto de las clases dirigentes. Y no quiero tener que avergonzarme de ser ciudadano español.