El suegro del primer ministro británico, hombre rico de mucha riqueza y creador de una empresa tremenda de grande y millonaria y grandiosa, dijo hace unos días que lo patriota no es trabajar menos. Lo realmente patriota para este hombre tan millonario es trabajar más. Concretamente setenta horas semanales. Es probable que en su país, India, esto se traduzca en mejores condiciones laborales y salarios para sus trabajadores, como por ejemplo más trabajo y algunos cacahuetes extra.
Aquí y allá surgen voces empresariales a raíz del debate sobre la reducción de la jornada laboral que nos advierten de lo pernicioso que sería reducirla, pues todo el mundo sabe que nunca jamás ha ocurrido cosa semejante en ningún lugar y que la reducción de la jornada nos convertiría a todos en vagos ociosos y propensos a adquirir todos los vicios que este mundo corrupto y pervertido tiene para ofrecernos. No quieren compartir, vaya. Aunque los datos no les acompañen, el pulso que mantienen pretende imponer un relato ficticio, y para apuntalar ese flojo relato, se recurre a veces a mentar esa otra gran ficción que es la patria.
Casi todos los que se autodefinen como patriotas odian a más de la mitad de la población del país. Aman a España y al mismo tiempo odian a los españoles. Se refugian en la patria porque es ahí, detrás de esa palabra hueca, donde se esconden los cobardes, y los cobardes desean el mal a los demás, y desde luego, querer que se trabajen setenta horas semanales u oponerse a reducir las cuarenta que aquí sufrimos, es desear el mal a los demás. En un giro realmente estúpido, algunos hasta se desean el mal a sí mismos, deseando que jamás de los jamases mejoren nuestras condiciones laborales lo más mínimo aunque no les llegue el resuello al viernes de tanto doblar el lomo.
Estoy plenamente convencido de que la reducción de la jornada laboral es viable y, aunque se enfaden algunos, inevitable. La patria puede, si así lo desea, trabajar las horas que nos reduzcan a los demás. Posponer este asunto es ridículo y la actitud de algunos al respecto es la pataleta infantil de un niño caprichoso y mandón. Es una medida para que todos vivamos mejor. El camino de sufrimiento y martirio religioso por el que algunos quieren que transiten nuestras vidas laborales es obsceno. Solo tenemos una vida que vivir.
El suegro de Rishi Sunak, muy rico él, lleva una vida austera, nos dicen docenas de artículos laudatorios hacia él. Pues bien: es mentira. Vida austera es la que llevo yo, la que llevamos tantos. Él solo es un flipado aburrido de tanto dinero. Un patriota, ya saben.
La patria no es motivo suficiente para que trabajemos tanto. La patria solo son señores que deciden qué es ser patriota, y generalmente eso implica algo que perjudica a la clase trabajadora. Si a los patriotas que dictan tanto les parece mal la reducción de jornada, que les den morcilla. Morcilla del país, por supuesto.
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