Quizás haya que copiar a los italianos. En Italia, los menores de edad no podrán navegar libremente por internet desde sus teléfonos móviles en caso de que no cuenten con un control parental activado en sus dispositivos o hayan conseguido burlarlo. Muchos considerarán la medida excesiva, sobre todo aquellos padres que entregan un móvil a sus hijos para que de esa forma sus vástagos les den la menor lata posible. Sin embargo, a mi entender, no lo es en modo alguno. No debemos pasar por alto que los menores, salvo casos excepcionales y en la práctica, tienen el mismo acceso que un adulto a páginas con contenidos relacionados con la pornografía, venta de armas, juegos de azar y apuestas, drogas, instigación al suicidio, el odio y la intolerancia y un largo etcétera. No pensemos que los italianos han encontrado la panacea para que los menores de edad no puedan acceder a lugares tan poco recomendables. Los chavales están alarmantemente preparados para burlar estos controles. Pero, cuando menos, es una toma de postura por parte del Gobierno de aquel país para reconocer que el problema es importante, y hay que empezar a concienciar a la población de que ha llegado el momento de atajarlo. Los jóvenes no van a poner nada de su parte para, motu proprio, dejar de visitar esas páginas. Por eso son las autoridades, y sobre todo los padres, quienes tienen que dejarse la piel educando a sus hijos en la cultura de que todos esos contenidos son superfluos y nocivos. Ellos no los tuvieron en su niñez y adolescencia y tan mal no les fue en la vida.