Hace unos días se anunció el lanzamiento de otra proeza de la tecnología norteamericana: el AI Pin de Humane, que traduce en tiempo real. Otra prueba de lo retrasados que vamos los europeos en la carrera económica a causa de nuestra fragmentación, con pequeños y estancados Estados, como Francia o Alemania.
En Europa pocos estamos por la mayor unidad de nuestra Unión. Aún seguimos presos del pensamiento decimonónico, de cuando nuestra diminuta península de Asia dominaba los mares, la ciencia y el saber. Nos costó dos guerras mundiales perder esa posición, pero no nos hemos librado de las causas de la degradación. Por fortuna hemos construido el sistema de bienestar, pero ahora hay que preservarlo con mayores éxitos económicos.
Para quienes defienden la senda de la Unión cuesta comprender a quienes pugnan por la desunión. Claro que las instituciones europeas han cometido errores, como sentar en la misma mesa a Eslovenia e Italia.
España ya carece de moneda propia, algo impensable hace unas décadas para cualquier Estado soberano. Magnífico. Aquí ya no cabe la orgía inflacionaria venezolana, ni siquiera la que tuvimos antes de abolir la peseta, por mucho que la Constitución siga diciendo que tenemos un sistema monetario nacional. Lo mismo debiera suceder con el ejército y con el sistema universitario, si queremos defendernos y progresar.
Algunos corren en sentido contrario y se enfundan en la bandera de las 12 estrellas, para ser la treceava, como aquel ilustrado lendakari. Seguro que en el Quai d'Orsay se tronchan con estas españoladas, y hasta en Catalunya Nord, con su Perpinyà controlada por el ex novio de Marine Le Pen, hijo de pied-noir, donde el catalán es un idioma folklórico no reconocido por el fascista Conseil constitutionnel francés. No. El Estado español no se va a romper, pero gracias a Francia y a la UE, no por el alto nivel intelectual de los negociadores hispano-españoles. Se vaciará de contenido. La mística del referendo es otro ejemplo: si se aceptase tendría que aplicarse el principio de reciprocidad, ya que si el Estado español acepta su fraccionamiento, el hipotético catalán también tendría que aceptar el suyo, a escala de comarcas o provincias. Y antes habría que negociar el acuerdo de partición. Sería interesante leer un borrador y comprobar cómo se divide la deuda pública, comenzando por la que posee el BCE.
Para adultos, recomiendo ver las entrevistas a Raül Romeva y Ernest Maragall en la BBC. Búsquenlas en Google, programa HARDtalk. Hasta dan lástima. Lo malo es que hay quien se cree superior negociando con inferiores.
Comentarios