Hay políticos que saben latín. Patxi López es de los que saben latín y chapurrean griego. El hombre no llega a la altura, o éxtasis, de la portavoz del Gobierno, Isabel Rodríguez, quien se ha propuesto dejar el listón inalcanzable —«Lo que diga el presidente será también lo que ocurra los próximos años porque ha demostrado que cumple su palabra» (sic)—, pero le anda cerca. Patxi, firmante de la Ley Donde dije Pedro, sale a escena para aclarar que en el PSOE son «muy conscientes» de que la amnistía es «un instrumento arriesgado» que «tiene la incomprensión de mucha gente», pero todo sea por «reforzar la convivencia». López acompaña su discurso con esa cara de no sabía yo que subió el precio del aceite. Por momentos, es como si fuese a confesar «pero si ya conocéis la verdad. La verdad son siete votos. Y punto». Pero no. El hombre continuará haciendo literatura desde el atril. Manoseando la verdad a mayor gloria de Pedro. Por manos que no quede.
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