Semana frenética

OPINIÓN

María Pedreda

03 nov 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

No recuerdo de este 2023 una semana más intensa como la que hemos vivido en los últimos siete días. Seguramente el volumen de acontecimientos, la importancia que supone determinadas decisiones en el futuro y haber disfrutado de una jornada festiva (en el ámbito escolar son tres, porque tanto ayer como hoy no hay clase) estén detrás de esta sensación.

Ha habido actualidad a rabiar: todos los bancos han ganado muchísimo dinero, pero la avaricia les lleva a criticar el impuesto a la banca e incluso empresas como Repsol amenazan con buscar una nueva sede fuera de nuestras fronteras; hay muchos dirigentes políticos en nuestro país que ante el drama de la migración miden su solidaridad y su empatía con las personas que buscan una vida mejor en función de su origen y de su color de piel. Si no hubo problema para acoger a ucranianos, ahora sí los hay para subsaharianos; y, tras la mayoría de edad de la Princesa Leonor, hay un tema estrella: si habrá o no investidura de Pedro Sánchez.

El pasado sábado (curiosamente en una fecha tan importante para el PSOE como es el 28 de octubre, en cuyo día de 1982 Felipe González obtuvo su primera mayoría absoluta) Pedro Sánchez rompió el tabú de la amnistía y recibió un (casi) unánime aplauso (salvo de la federación de Castilla La Mancha, con Emiliano García Page a la cabeza, que se quedaron sentados) de las personas que asistieron al Comité Federal (aunque hubo una elevada ausencia de miembros del máximo órgano entre congresos del PSOE, concretamente un 40%). Con la pregunta a la que se ha sometido a la militancia (desde el lunes y hasta hoy de manera online, y mañana de forma presencial en las agrupaciones) es evidente que no hay más posibilidad que elegir el sí, porque obviamente no hay ninguna ni ningún socialista que pueda estar en contra de que Pedro Sánchez continúe en La Moncloa.

Nadie va a objetar que se prosiga la senda de reformas progresistas y de izquierdas que se emprendió desde 2018 (primero en solitario, luego con Unidas Podemos y ahora con Sumar) ni arriesgar a que nuestro país pueda caer en manos del PP y Vox en unas nuevas elecciones (que se celebrarían el 14 de enero de 2024, y solo pensar en Alberto Núñez Feijóo como presidente y en Santiago Abascal como vicepresidente da sarpullidos).

El problema de base, a mi juicio, está en la falta de coherencia. No es poca la hemeroteca de todos los principales dirigentes del PSOE, incluido el propio Pedro Sánchez, diciendo que la amnistía no cabía en la Constitución, y ahora parece (según apoyan algunos expertos constitucionalistas) que tiene su encaje en nuestro actual ordenamiento jurídico (el precedente que hay con laamnistía fiscal que realizó Cristóbal Montoro en 2012 fue anulada por unanimidad por el pleno del Tribunal Constitucional en 2017, aunque no tuvo ningún efecto práctico). Yo no veo ni siento, como considera la derecha española, ninguna humillación en la foto de Santos Cerdán y de Iratxe García con Carles Puigdemont. ç

Los números no engañan y sin Junts no hay investidura ni legislatura posible, y en todas las negociaciones (que me parece correcto que hayan sido discretas hasta que se ha formalizado todo) tiene que haber cesiones por ambas partes. Es verdad que uno tiene que mantener sus principios pero cuando se quiere llegar a un acuerdo que tiene por el medio un tema complicado y difícil como el de la amnistía no se puede ser tibio.

El ex president catalán tiene una línea roja: dejar sin efecto lo ocurrido en el llamado ‘procés’. La derecha española machacará a Pedro Sánchez con el mantra de que hace esto solo para mantenerse en el poder a toda costa, pero si algo se ha visto desde que él es el Presidente del Gobierno es la enorme diferencia en el clima político y social que hay ahora comparado con los años del señor M. Rajoy. Desde que gobierna Pedro Sánchez el nacionalismo catalán, tanto el de izquierdas como el de derechas, ha ido disminuyendo a pasos agigantados, y no hay más que ver la bajada en votos o el descenso de adeptos que participan en las manifestaciones (como las de la última Diada del 11 de septiembre).

Es legítimo dudar y criticar al líder del PSOE, pero a veces las cosas hay que medirlas por las consecuencias que ha originado, y en el caso catalán creo que, hasta la fecha, ha acertado. Pedro Sánchez ha asumido en primera persona la responsabilidad, de manera valiente, de poner fin a un problema político, que siempre debió resolverse en esa esfera, no en la judicial.

Ya lo hizo con los indultos a los políticos presos (que no presos políticos) que fueron juzgados por el Tribunal Supremo (no se les acusó de rebelión, por lo que no se puede hablar de golpe de estado, y además en 2022 se sustituyó el delito de sedición por el de delito de desórdenes públicos agravados) y ahora da un paso más a través de la amnistía con los fugados (que no exiliados) y condenados de la justicia para los que una mayoría parlamentaria surgida de las elecciones del 23 de julio, que representan legítimamente a la ciudadanía española, comparten utilizar como paso necesario para recuperar plenamente la convivencia en Catalunya.

Ayer estaba previsto que se registrase la proposición de ley en el registro del Congreso, pero por razones desconocidas, Carles Puigdemont canceló una rueda de prensa tras ver el acuerdo de Félix Bolaños con Oriol Junqueras y queda por ahora aparcada esta historia y el propio apoyo de Junts a la investidura de Pedro Sánchez.

Es curioso escuchar algunas interpretaciones de la realidad. En pasado martes, la Princesa de Asturias/Asturies cumplió 18 años y juró (que podía haber prometido también si lo hubiese deseado) la Constitución. Resulta que para mucha gente pende de un hilo que no se rompa España por lo que libremente cada territorio vota. En cambio, en lo que no podemos expresarnos en las urnas, como sería en un referéndum sobre el modelo de Estado (monarquía o república) la fortaleza y la garantía de la unidad de la nación la aseguran unas personas que su único mérito ha sido nacer en el seno de una familia que ostenta el reinado de un país. Bien es cierto que la actual Casa del Rey está más desunida que nunca, porque ante un acto de la transcendencia que se vivió esta semana en el Congreso y en el Palacio Real, no es una mera anécdota que no haya ni una foto del Rey Emérito con su nieta y con su padre.

Las estadísticas no corren del lado de Leonor, porque en los últimos doscientos años no ha habido tres reinados consecutivos protagonizados por los borbones. El futuro dirá si reinará o no, aunque a mí me gustaría que se pactara una consulta al pueblo español que refrendase el mantenimiento de la monarquía o el nacimiento de la Tercera República. Espero que no tenga que decidirse esta cuestión en una negociación de una investidura y/o legislatura, sino que sea una propuesta que nazca del PSOE y se lleve a cabo.