En una de sus últimas entrevistas a un medio italiano, poco antes de fallecer y saber que había sido ganador del Premio de Comunicación y Humanidades de este año, Nuccio Ordine hacía una profecía: «Sólo la cultura salvará al mundo». A juzgar por sus declaraciones, no obstante, el profesor no era un apocalíptico, sino más bien un apasionado de la esperanza. De la necesidad de creer en la comunicación con mayúsculas entre sociedades humanas para preservar la civilización.
Dicen quienes lo conocieron que era fascinante escuchar hablar a Ordine. Que llenaba auditorios y ganaba públicos solo con la palabra. No en vano también era un convencido de la docencia, junto con la lectura, como método para hacer cambiar -a mejor- las vidas de los jóvenes, hacerles reflexionar sobre el futuro que desean para su mundo. El que heredarán, si somos capaces de no destruirlo antes.
Profesor titular de literatura italiana en el Departamento de Estudios Humanísticos de la Universidad de Calabria, profesor invitado en prestigiosas universidades europeas y norteamericanas, miembro de la Legión de Honor de la República Francesa, miembro honorario del Instituto de Filosofía de Academia de Ciencias de Rusia, especialista de renombre internacional en estudios del Renacimiento y gran estudioso y divulgador de la obra filosófica y literaria de Giordano Bruno en todo el mundo. El currículo es interminable, casi ofensivo. En su defensa, hay que decir que todo esto y mucho más cabía, según Ordine, en la definición de lo que humilde y orgullosamente quería ser: un profesor.
Hablemos de inútiles
En su manifiesto La utilidad de lo inútil había, obviamente, un significado muy profundo, casi una filosofía de vida que le ha perseguido en cuantas entrevistas, encuentros, jornadas y coloquios se dejó atrapar. Cuando se le preguntaba por ello, el escritor explicaba lo siguiente: hay libros que se conciben para tratar asuntos que parece necesario tratar, que tiene una especie de urgencia intelectual. Hay que hacerlos, porque la cosa está candente.
Pero, por contra, y sin desdeñar lo útil, él quería dar «un grito de alarma y rehabilitar palabras como «libre» y «desinteresado», que han desaparecido de nuestro léxico cotidiano. Todo tiene que servir para algo, todo debe ser útil», clamaba.
Se quejaba Ordine -tras recorrer cientos de escuelas- del progresivo proceso de burocratización de las escuelas, donde los jóvenes no encuentran en la enseñanza el vínculo entre las disciplinas estudiadas y sus vidas, y la clase docente «es humillada económica y socialmente». De esta crisis hablaba también su libro.
«Sin cultivar lo inútil, la humanidad se volverá cada vez más corrupta e inhumana, persiguiendo la infelicidad y la violencia...», auguraba Ordine. Otra frase sencilla pero incontestable que resume su postura sobre una sociedad mercantilizada en exceso, que genera riqueza y bienestar pero pierde alma: El dinero puede comprar cualquier cosa, desde el éxito hasta grandes contratos; pero el conocimiento no se puede comprar.
Además, decía el profesor, el conocimiento posee un valor único al ser capaz de destruir la lógica dominante del mercado de que en todo intercambio comercial existe una pérdida y una compra. Alguien vende algo a cambio de algo, da algo, recibe otra cosa de mayor o menor valor. Sin embargo, «en la transmisión de conocimientos, se crea un círculo virtuoso que permite enriquecer a quienes dan y a quienes reciben: puedo enseñar a mis alumnos el teorema de Euclides sin perderlo y, al mismo tiempo, beneficiarme de mis alumnos mientras enseño». Voilà.
En esta línea de recuperar los clásicos, su pensamiento y su enorme valor transferible sin pérdidas, publicó Gli uomini non sono isole. I classici ci aiutano a vivere (2018) (Los hombres no son islas. Los clásicos nos ayudan a vivir, 2022), en la que ofrece una propuesta de libros esenciales de la literatura mundial.
Su postura, explicaba, no está en contra de lo útil, sino en contra de la idea de que lo útil se convierte en un fin en sí mismo. Es, sin embargo, el conocimiento «lo que hace a la humanidad más humana» en un contexto de crisis moral, no económica, subrayaba.
Sin destino
Pero, pese a lo que pueda parecer, no era un pensador despegado de la realidad, un sabio abstraído y lejano. Por el contrario, cuando a Ordine se le preguntaba por el destino, ese palabro, simplemente respondía que no existe tal cosa (zasca), sino que, en todos los casos, hay una conexión, explícita o implícita, entre lo que ocurre y las propias decisiones. Sin negar algo de la influencia del azar, desde luego, pero «cada una de nuestras palabras y cada una de nuestras acciones marcan nuestro futuro».
Y toda forma de predestinación, por tanto, le parecía una «invitación a la desrresponsabilidad: si mi vida ya está escrita, ¿por qué debería ocuparme? Pero no». La vida es una invitación a luchar, a mejorar. A tomar las decisiones correctas o que uno intuye que son correctas.
Dice la Fundación Princesa que Nuccio Ordine, filósofo, escritor y experto en teoría literaria, fue y es reconocido mundialmente como uno de los mayores conocedores del pensamiento y la literatura renacentistas. Uno de sus libros destacados en esta materia es La cabala dell’asino. Asinità e conoscenza in Giordano Bruno (1987). También es autor de numerosos ensayos sobre el cinquecento, y en el campo de la teoría y estética literarias, publicados en obras individuales y colectivas y en numerosos artículos.
En su libro que antes mencionamos L’utilità dell’inutile: Manifesto (La utilidad de lo inútil. Manifiesto, 2013), y también Classici per la vita: Una piccola biblioteca ideale (Clásicos para la vida. Una pequeña biblioteca ideal, 2016), obras con las que logró llegar al gran público, reflexiona sobre la situación marginal de las humanidades en el mundo actual y las reivindica como disciplinas necesarias en la formación cívica del ser humano y en la creación de un pensamiento crítico fundamental para el desarrollo y el bienestar social.
Pero son solo dos, si bien frecuentemente citadas. Veamos algunas de sus otras muchas obras: El umbral de la sombra. Literatura, filosofía y pintura en Giordano Bruno, Contra el evangelio armado. Giordano Bruno, Ronsard y la religión; Teoría del cuento y teoría de la risa en el siglo XVI; Le rendezvous des savoirs. Littérature, philosophie et diplomatie à la Renaissance; Les retratos de Gabriel García Márquez: La répétition et la différence; Tres coronas para un rey. La empresa de Enrique III y sus misterios; Clásicos para toda la vida. Una pequeña biblioteca ideal; Una escuela para la vida; Los hombres no son islas. Los clásicos nos ayudan a vivir o George Steiner. El invitado inconveniente. Debería bastar para reflexionar durante unos cuantos años.
Aunque nunca podremos oír su voz en el Campoamor, sus palabras seguirán resonando sin duda durante muchos años. O deberían hacerlo, por el legado intelectual que suponen, su legado: «No creo en las grandes revoluciones. Creo que hacen falta muchas pequeñas revoluciones individuales que deben empezar por hacer bien, con honestidad y con amor, lo que cada uno de nosotros hace».
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