La celebración de los Premios Princesa de Asturias nos vuelve a proponer un ejercicio de autoanálisis como sociedad. No se trata de elogiar a figuras destacadas en diferentes ámbitos para quedarnos únicamente con una idea de sus logros, sino de extraer lecciones, de aprender de estas brillantes trayectorias para mejorar, para entendernos más y mejor.
En un mundo en el que la discordia gana adeptos a pasos preocupantemente veloces, en un planeta en el que sigue habiendo graves conflictos, es más oportuno que nunca fijarnos en quienes proponen recetas para la convivencia, el diálogo y el entendimiento. Las sociedades formadas son aquellas mejor preparadas para el ejercicio democrático. Por eso es tan importante el menaje que, a lo largo de su trayectoria, nos ha transmitido Nuccio Ordine, Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades. La educación, el hambre de conocimiento entendido como herramienta de libertad y progreso, es la llave que abre la puerta de un mundo mejor y más humanizado.
La necesidad de garantizar que toda la población reciba una educación, con independencia de su lugar de origen o residencia, es lo que ha llevado a Eliud Kipchoge, Premio Princesa de Asturias de los Deportes, a ser mucho más que el mejor corredor de maratón de todos los tiempos. A su impresionante palmarés se suma un compromiso social materializado a través de su fundación, que trabaja sin descanso por preservar el derecho a la educación en todo el planeta.
Uno de los pilares fundamentales del conocimiento es la historia, esa que nos educa y nos relaciona con nuestro pasado para entender el presente y prepararnos para el futuro. Lo sabe bien Hélène Carrère d'Encausse, Premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales, quien desde su brillante formación política e historiográfica, supo explorar con profundidad las relaciones entre la UE y Rusia, aportándonos infinidad de claves para entender la compleja situación actual.
Tender puentes entre las culturas orientales y occidentales es algo necesario desde hace muchos siglos atrás. La cultura puede jugar un papel fundamental en ello, como demuestra la producción literaria de Haruki Murakami, Premio Princesa de Asturias de las Letras. Su singular y radiante obra nos acerca a la cultura japonesa y nos hace reflexionar sobre aspectos que acucian a toda la humanidad, más allá de fronteras.
Si necesaria es la educación y el diálogo entre culturas, qué decir de la lucha contra la desigualdad de género. Ser conscientes de que este es un momento crucial en la historia para avanzar en esa dirección es vital, y para ello es fundamental contar con referentes de la talla de Meryl Streep, Premio Princesa de Asturias de las Artes. Y es justo que, después de una trayectoria cinematográfica tan extraordinaria, reciba este galardón. Pero también lo es que el jurado haya tenido muy en cuenta su activismo social y, en especial, su rol como altavoz del feminismo a la hora de concederle este reconocimiento.
Un factor de desigualdad con el que también debemos acabar es el que se da en el acceso a la sanidad. Las sociedades más avanzadas somos privilegiadas, y aunque sigue habiendo muchas personas en países desarrollados que no tienen acceso a una atención médica adecuada, el problema es mucho mayor en los lugares del mundo más desfavorecidos. Ahí es donde brilla la labor de la Iniciativa Medicamentos para Enfermedades Desatendidas, Premio Princesa de Asturias de Cooperación Internacional, un ejemplo de trabajo constante para que millones de personas que no pueden acceder a un sistema de salud dispongan de las atenciones médicas necesarias.
Ahí, en ese compromiso con las poblaciones menos favorecidas, está también Mary's Meals, Premio Princesa de Asturias de la Concordia, luchando por garantizar el derecho a la alimentación y promoviendo, también, el acceso a la educación.
No podemos entender este planeta como un conjunto de partes inconexas. No somos un mundo globalizado sólo para lo bueno, tenemos que saber ver que todo lo que hacemos tiene consecuencias. Así es en todos los ámbitos, y por supuesto en nuestros cuerpos, como tan profundamente han estudiado Jeffrey Gordon, E. Peter Greenberg y Bonnie L. Bassler, Premio Princesa de Asturias de Investigación Científica y Técnica. En efecto, al igual que en la microbiología, la interacción entre organismos determina el comportamiento colectivo.
Deberíamos tener muy claro que las consecuencias de nuestros actos van más allá de sus resultados inmediatos. Este mundo en permanente cambio puede tomar unos rumbos u otros muy diferentes. Tomemos ejemplo de quienes sí nos guían por el camino de la responsabilidad social, el conocimiento y el entendimiento.
Mariví Monteserín Rodríguez, alcaldesa de Avilés.
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