Menuda negociación a cara de perro. Se les ve tan contentos que no sería de extrañar que Pablo Iglesias pensara que se están riendo de él. Más que a partirse las espinillas respectivas, es obvio que Pedro y Yolanda, si están a partir algo, es a partir un piñón. No hacía falta ni que posasen para la foto, claro que todavía habrá entre los bendodos y las gamarras, ay, las gamarras, la tentación de insinuar que a saber si el instante previo a esta foto, o sea, el saludo con beso en las mejillas entre el, perdón, hermoso, y la, perdón, rubiales, fue consentido. Cualquier cosa con tal de no dejar progresar al país en paz. Pues ahí van a pinchar en hueso, está clarísimo que todo lo hacen de común acuerdo. Si hasta los dos han empezado a hablar de la amnistía —palabra rebautizada como «generosidad» en el Diccionario Pedro de la Lengua— como quien habla de un campo de girasoles en un precioso día de verano. Y quién va a ser tan canalla de pisotear un campo de girasoles.
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