El principal reproche que el PSOE y Sumar lanzaron contra Feijoo tiene que ver con la pérdida de tiempo de un mes que, a su juicio, ha supuesto el intento de investidura del líder del PP, además de cuestionar el encargo del rey al expresidente de la Xunta para afrontar el debate en el Congreso. Choca eso con la realidad de que Feijoo apenas pidió diez días y fue la socialista Armengol, presidenta del Congreso y única autoridad competente para determinar el calendario, la que fijo la fecha para evitar una hipotética repetición electoral en período navideño y permitir además a Pedro Sánchez acudir al debate de la ONU. Por no hablar del papel del rey, escrupuloso con el encargo constitucional de encomendar la misión de presentarse a presidente al que más apoyos tenía acreditados.
No menos llamativo es el ataque del singular Óscar Puente al líder del PP por utilizar las instituciones, léase el Congreso, para asegurarse su puesto de jefe de la oposición. Quizá en lo de usar las instituciones se le pasó por la cabeza el CIS, el Instituto Nacional de Estadística, Indra o, incluso, los medios de comunicación públicos, siempre, da igual el signo político, bajo sospecha.
Pero esta primera investidura acabó como se preveía. Y ahora le toca a Pedro Sánchez justificar sus cambios de opinión y ver cómo encaja en la Constitución la amnistía a los condenados, y a los que están por condenar, del 1-O, y, sobre todo, si aceptará un referendo separatista. Tela.
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