Este domingo se escribe una página en la historia del deporte. No es solo una frase hecha, es la pura realidad. En el Sídney Football Stadium de Australia, la selección española femenina se enfrenta a Inglaterra en la final del Mundial, una oportunidad para reescribir la narrativa del deporte femenino dejando claro que el deporte de élite no es solo cosa de hombres. Este partido es mucho más que un enfrentamiento deportivo. Es la ocasión para consolidar el legado de una generación de jugadoras que han demostrado que lo imposible es nada, como decía Muhammad Ali. Una oportunidad para inspirar a miles de niñas a hacer deporte y a creer en sus sueños. El hito del pasado martes, cuando el gol de Olga Carmona aseguró el pase a la final, es el testimonio de que la determinación y la pasión pueden convertir sueños en realidad. Estas referentes femeninas son muy necesarias. En España, el 80 % de las chicas de 13 a 17 años no cumple con la recomendación de una hora diaria de ejercicio físico vigoroso, según la investigación del hospital San Joan de Déu en Barcelona. Y, a medida que avanzan hacia la adolescencia, un preocupante siete de cada diez chicas entre 16 y 18 años abandonan el deporte definitivamente. Este abandono temprano afecta a su salud física y mental a lo largo de sus vidas. Además, está probado que el ejercicio actúa como un escudo protector contra el consumo de sustancias nocivas, promueve la confianza en uno mismo, la autoestima y las habilidades sociales. La práctica del deporte en la juventud forja líderes resilientes y fomenta valores fundamentales para conseguir una vida plena.
La visibilidad que el fútbol femenino, y esta final en particular, está brindando al deporte de élite femenino es inspiradora. Casi dos millones de personas siguieron el emocionante encuentro ante Suecia por televisión, marcando una cuota de pantalla del 45,4 %. El fútbol ha destruido las barreras de los prejuicios contra el deporte femenino e incluso contribuido a normalizar la comunidad LGTBI. En los deportes masculinos son pocos los que se muestran abiertos a desvelar sus preferencias sexuales, mientras que en el fútbol femenino, la presencia de jugadoras que pertenecen al colectivo LGTBI se presenta sin prejuicios.
El auge de este deporte no solo se trata de partidos y victorias; es un movimiento que está moldeando actitudes y valores. Desde el éxito del Barça en competiciones internacionales hasta la revolución en el apoyo y la afición, el impacto social es innegable. El fútbol femenino se convierte en un refugio seguro, un espacio donde se rechazan los prejuicios y se abrazan la diversidad y la igualdad. Las jugadoras se han convertido en modelos a seguir, que luchan por sus sueños y desafían las normas establecidas. Desde el empoderamiento hasta la representación LGTBI, este deporte es un catalizador de cambio y progreso. En esta gran final, aplaudamos a nuestras jugadoras. Independientemente del resultado, ya son inmortales. No solo han dejado una marca en el deporte, sino que también han influido en la sociedad y en la percepción sobre lo que las mujeres somos capaces de lograr. Los verdaderos ganadores somos todos los que creemos en una sociedad más tolerante e igualitaria. ¡Buena suerte, España!
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