Golpes de calor

OPINIÓN

Un joven se refresca en Córdoba ante el intenso calor
Un joven se refresca en Córdoba ante el intenso calor Salas | EFE

10 ago 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Ni ropa ligera ni descansos frecuentes. En la mayoría de trabajos que he tenido en mi vida, no hay nada de eso cuando trabajar con calor excesivo puede matarte. Sí, matarte. No hace falta trabajar en exteriores para eso. En los últimos años he visto golpes de calor, desmayos y mareos cuando hay alerta por altas temperaturas sin que ello conlleve preocupación real entre quienes pueden aliviar las durísimas condiciones laborales veraniegas.

Cuando termino de trabajar en plena ola de calor y me llevo la ropa para lavarla, al sacarla de la bolsa al llegar a casa, está totalmente acartonada. Lo cierto es que no me sorprendería que los pantalones tomaran vida propia y se introdujeran ellos solos en la lavadora.

Cuando llega el viernes, estoy absolutamente agotado. No hace falta un trabajo físico demasiado duro para acabar derrotado, pero por desgracia me ha tocado un trabajo físico a bastante más de treinta grados durante ocho horas diarias, horas que paso debidamente envuelto en sudor durante varios meses al año. Llego a casa y después de ducharme y cenar, tardo unos cinco minutos en quedarme dormido.

Cuando lo pienso, me sorprende muchísimo tener tanta capacidad de aguante, pero sé que esa capacidad es solo un espejismo, y que en cualquier momento la realidad puede imponerse y dejarme seco. La vida vale lo que vale, y cuanto más abajo descendemos en la escala social, más intercambiable eres. Tu vida, en fin, no vale tanto para otros como para ti mismo.

Con casi cincuenta años, sé que hay una cosa que une a todos los trabajos disponibles en España: la crueldad hacia el trabajador. Es algo extendido y tolerado. La crueldad es el motor que mueve la economía de este país, la crueldad son los cimientos de España. En Murcia, hace unos días, un muchacho de veintipocos años falleció mientras trabajaba a la intemperie, pero no falleció asesinado por el calor: fue este país desagradecido y miserable el que dejó morir a un chaval. Es más, casi nadie se acuerda ya de este chico, así de efímeras son estas cosas, estamos muy ocupados con un niño pijo que presuntamente trocea señores en islas paradisíacas.

Existiendo un riesgo evidente de morir trabajando, lo cierto es que nadie hace nada al respecto y que las leyes laborales están, una vez más, de adorno. De buenas intenciones se llenan los cementerios. Las leyes laborales son como esos artículos de la sacrosanta Constitución que directamente beneficiarían a las clases populares y mitigarían los efectos de la dictadura del propietariado en la que vivimos: son solo declaraciones de intenciones, un camino a seguir, una dirección hacia la que debemos dirigirnos, pero nada de que eso tenga un reflejo real en el día a día. Las leyes están para cumplirlas siempre y cuando no sean laborales o de vivienda.

Un peregrino se resguarda del calor en Santiago
Un peregrino se resguarda del calor en Santiago XOAN A. SOLER

Soy pesimista. Para poner en el centro la vida del trabajador, por encima de la economía de las empresas, hace falta mano dura. Pero en lugar de eso, tengo que ver en todas las televisiones consejos absolutamente inútiles para sobrellevar las olas de calor en el trabajo. En realidad no son necesarios porque existen leyes al respecto. Lo obsceno es cargarle esa responsabilidad al trabajador, cuando es quien menos opciones tiene de aliviar la situación en la jornada laboral. No he visto ningún espacio en ningún medio en el que esa advertencia, esos consejos y esas medidas que nadie toma ni piensa tomar estén dirigidas al único que puede tomarlas: el empresario.

Vivimos en un país en el que los empresarios no es que no tengan responsabilidades, es que para los medios estas no existen. ¿Qué extrañísima obsesión delirante lleva a tantos medios españoles a ni tan siquiera mencionar las temperaturas adecuadas en el trabajo, reflejadas en el convenio de turno, en el Estatuto de los Trabajadores y en algún decreto ley? ¿Por qué cada vez que alguien muere como un perro trabajando en la calle parece como si el propio trabajador hubiera tomado esa decisión por su cuenta y riesgo? Son preguntas que hago al aire, que sé que no obtendrán respuesta, que sé que puede que nunca más pueda hacer si sigo trabajando a estas temperaturas imposibles. Saber que puedo morir en el trabajo sin remedio es muy desagradable. Espero que ustedes no tengan esa sensación nunca. Tengan cuidado. Beban agua fresquita.