«Las urnas han hablado», frase sabia, fría y sutil. La frase y su mensaje están ahí; pero su interpretación no está al alcance de todos ni se puede ejecutar con la prisa y la necesidad que, a veces, acucia.
La frase y su mensaje, son dos coordenadas que pueden vertebrar la vida de un país.
Nos han hablado con su sonrisa múltiple y compleja. Cada papeleta una mirada, y cada mirada una intención. Descubrir lo que esconde cada mirada e interpretar su intención, esa es la tarea a la que se deben entregar ahora los políticos de no importa el partido, ideología o…
La caricia de las urnas, he ahí el dilema. Es de sabios su interpretación. Pera nadie: dirigentes ni ciudadanos de a pie, nos podemos quedar con los brazos cruzados y menos con las burbujas de la efervescencia del momento en que el recuento nos dio «vencedores».
Y, no vale decir: «Yo voy a gobernar porque mi partido es de estado». El del otro es de una amalgama de impurezas e islotes.
«Mi partido, es un partido de Estado». Y, yo con el candor de un niño «analfabeto funcional», me pregunto: ¿Qué es el Estado? Ingenuamente, me respondo: el conjunto de todos los territorios a ambos lados de los ríos, de las cordilleras y de todo accidente geográfico. El conjunto de los ciudadanos al abrigo de una misma Constitución.
Y, entonces, la respuesta la tengo inmediatamente en la mano, la palpo y la comunico: partido de Estado es el que las urnas han hablado en cada rincón de forma significativa y no con la voz del silencio.
Señores candidatos a formar Gobierno, tengan, por favor, en cuenta esta sutileza mañanera de un humilde votante que se pasó todo el día electoral a pie de urna y a «pie del cañón».
Amigo lector, miremos a la «sonrisa de las urnas».
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