Rebelión en Hollywood

Yashmina Shawki
yashmina shawki CUARTO CRECIENTE

OPINIÓN

MIKE BLAKE | REUTERS

17 jul 2023 . Actualizado a las 09:09 h.

Las cifras hablan por sí solas: 11.000 guionistas en huelga desde el 2 de mayo, 160.000 actores en paro desde el 13 de julio, el primero de estos últimos desde 1980 y el primero conjunto de los dos colectivos desde 1960. Un plante que pone en jaque a más 2,4 millones de trabajadores y a 122.000 empresas vinculadas. 

La alianza de productoras de cine y de televisión, que engloba a monstruosos holdings empresariales como Amazon, Apple, Disney, NBC Universal, Netflix, Sony o Warner Bros. Discovery, confiaba en que la prolongación del conflicto con los guionistas situara a estos en una situación económica precaria, forzándolos a aceptar sus condiciones. Sin embargo, la estrategia dilatoria les ha salido mal al unírseles el colectivo de los intérpretes, liderados por la combativa Fran Drescher.

Tal y como explicó el actor Matt Damon en el estreno en Londres de la cinta Oppenheimer, los intérpretes reivindican unas condiciones justas para la gran mayoría, cuyos ingresos no alcanzan, regalías incluidas, los 26.000 dólares anuales necesarios para tener derecho a un seguro médico básico. Tanto los guionistas, sin los cuales, conviene recalcar de manera enérgica, no habría historias que contar y, por lo tanto, películas y series que filmar, como los actores y actrices que dan vida a sus personajes, son la base sobre la que se sustenta la industria del entretenimiento.

Sin embargo, ambos colectivos son los que menos ingresos perciben por sus trabajos. La creación de contenidos es el último eslabón en la gran cadena de beneficiarios de los ingresos millonarios que produce el sector. Baste mencionar que, salvo contadas excepciones, los escritores apenas perciben un 10 % del precio de venta al público de su trabajo, al que además hay que descontar los impuestos correspondientes. Con la irrupción del streaming, al que se ha unido la inteligencia artificial, ni siquiera hay ingresos. ¿Qué trabajador puede sobrevivir sin cobrar por su esfuerzo? Ninguno.

Hasta la fecha, el mundo del arte ha soportado todo tipo de abusos y tropelías por parte de los empresarios. Esta situación insostenible está abocada al cambio. La justicia debe imponerse para que el equitativo reparto de los ingresos, derechos de autor incluidos, permitan vivir dignamente a aquellos que no salen en los carteles, pero sin los cuales no habría nada que anunciar.