Sánchez buscó humanizarse en su aparición ante Évole. Pero la jugada llega tarde. El problema del PSOE no es el PSOE. Es su candidato. Es Sánchez. Cada vez más gente dentro del partido lo piensa. Los gallegos sabemos muy bien lo que ha hecho Sánchez durante sus años de Gobierno. Movió los marcos. Algo que el electorado no le perdonó en las municipales y en las autonómicas y por lo que lo castigará de nuevo en las generales, donde es cabeza de cartel.
En Galicia, mover los marcos es algo muy grave. Sánchez retorció la institucionalidad que el PSOE había representado durante décadas todo lo que pudo y más. Hay analistas que señalan que la generación del baby boom, que vivió y participó luego activamente durante dos y tres décadas trabajando y apretando los dientes, no entiende cómo se ha saltado los límites de la reconciliación de la transición y de la postransición. Esa generación lo hizo muy bien durante años. Recibió el cambio de sus padres y continuó y continúa con su esfuerzo. España lo hizo muy bien todo ese tiempo y fue ejemplo de conciliación hasta que llegó Sánchez y mandó parar.
Primero pactó con Podemos —que solo representan un sector muy concreto— después de decir que no dormiría tranquilo si firmaba ese acuerdo. Después llegó más lejos y pactó con Bildu, el partido político de lo que fue una banda armada. La presencia de exterroristas en las listas del pasado proceso electoral fue clave para la derrota socialista. Esa inmensa generación del baby boom no pasa por ahí. Sabe muy bien lo que fue ETA. Conoce a Miguel Ángel Blanco. Fueron los peores días de ansiedad en sus vidas. Salió a las calles a pedir su libertad hasta que la banda lo ejecutó. La carrera de Sánchez al límite ha continuado con los indultos a los independentistas catalanes. Utilizó su presidencia del Consejo de Ministros para desautorizar a la justicia y blanquear lo que fue un amago de golpe.
Al candidato a la reelección le sorprende que el sanchismo sea denostado. Pero el sanchismo es la suma de todas esas decisiones, firmadas por él. Sánchez es un político atractivo, que habla inglés, cuyas decisiones sociales y económicas no han sido del todo malas, pero la explicación del enorme rechazo que genera a pesar de afrontar una pandemia está en esas tres alianzas que una mayoría de la sociedad no comprende. Se le une también el error sostenido en el tiempo de la ley del solo sí es sí. Hasta que pidió perdón, otra vez, tarde.
Feijoo se equivoca y qué. Quién no tiene lapsus verbales. Feijoo es previsible y qué. España necesita que no se muevan los marcos, volver a la convivencia. La única duda, a falta de la campaña, empieza a ser si Feijoo llega a la mayoría absoluta o se queda cerca.
Comentarios